Antología 02 - Querido profesor

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Sumarry: Liu Hai Kuan sabe lo que debe hacer con su irresponsable alumno, Zhu Zan Jin.

Notas: advertencia:

Dominación sexual y esas cosas (?). 


Querido profesor


Si le preguntan a la gente común: "¿cómo es el aclamado profesor, Liu Hai Kuan?", responderán: aparte de excelente maestro, un buen hombre. Preocupado por sus alumnos, solícito en la búsqueda del saber, educado, comprometido, lleno de gracia y bondad. Es un estricto profesor por el que la población femenina suspira en las noches de frío invierno, anhelando por los delgados pero estilizados brazos de un hombre de mirada solemne, sonrisa sutil.

Admirado por los hombres, anhelado por las mujeres. No hay un punto intermedio que genere malestar.

Sin embargo... si le preguntan a Zhu Zan Jin: "¿cómo es el aclamado profesor, Liu Hai Kuan?", responderá: oscuro.

Para hacer esta explicación más concisa: en el instituto donde labora, toda la población, incluida Zhu Zan Jin, coinciden en algo, y es que el profesor Liu Hai Kuan cada vez que tiene la oportunidad, castiga a Zhu Zan Jin mandándolo a detención...

Zhu Zan Jin, un niño ejemplar, prodigioso; pero lamentablemente, muy tímido y eso llega a generar confusión, por lo que la gente no sabe qué pensar acerca de él. Demasiado presumido o simplemente posee una autoestima muy baja que no le permite hacer amigos por mucho tiempo. El único que parece estar bien con su personalidad retraída es Wang Zhou Cheng que lo sigue como polilla a la llama a donde quiera que Zhu Zan Jin camine.

Tal acción se ha incrementado con el pasar de los días, eso generando en consecuencia inusitada molestia en el profesor. Con ello, acrecentando las detenciones a niveles alarmados, incluso, haciendo que el director deba intervenir en pos de la salud de Zhu Zan Jin.

Cada día parece más enfermo, incluso, el director y los demás han observado que cojea al caminar y la preocupación mella con el transcurrir.

Sin embargo, los esfuerzos por detener aquello ha resultado infructuoso. Tanto Zhu Zan Jin como Liu Hai Kuan se han negado con vehemencia a un cambio en su ritmo. El porqué, no se sabe. El director dejó de insistir, los alumnos y profesores hicieron la vista gorda; total, si Zhu Zan Jin, que es el afectado, no se queja, ¿por qué los demás sí?

En eso cavila Liu Hai Kuan, sentado en su silla, ubicado en el recinto de su oficina. Sus oscuros pardos destellan, ligera austeridad en su semblante que se deja entrever como un rictus solemne de concentración.

Sus ojos se dirigen apenas hacia el reloj digital ubicado sobre su escritorio, este muestra los pocos minutos que faltan para que Zhu Zan Jin termine su otra clase y se dirija hacia su oficina a recibir la detención del día. Una parte de él comprende que tantas detenciones en un mes atrae las miradas sospechosas y pensamientos llenos de desconfianza, pero no puede hallar dentro de sí la culpabilidad para desdeñar el asunto y hacer esos encuentros en otro lugar.

Liu Hai Kuan sabe que no hay lugar más seguro en su oficina.

Dos golpes en la puerta resuenan haciendo que emerja de sus elucubraciones oscuras.

—Adelante.

Pronto, la efigie de Zhu Zan Jin, tímida e inclinada, se esboza en el umbral. Liu Hai Kuan dibuja una sonrisa más confiada, instándole con un asentimiento a que ingrese. Zhu Zan Jin acata la orden implícita y cierra la puerta, pasándole seguro en el proceso.

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