No estoy aquí para contarles una historia de amor donde al final el malo aprende de sus errores y los protagonistas tiene una vida feliz juntos. No amigos, esto es la vida real y vengo a contarles la forma en que ella logró transformar mi vida.
Todo comenzó cuando entramos a primer año de universidad:
"Me vengo enterando que aquí los grupos son fijos, y eso es mejor para mi ya que no tendría que socializar con las personas. Entro al que será mi salón de clases por los próximos meses y la veo, tan radiante como lo era antes de...eso.
Traía consigo una libreta, al parecer iba con cada uno a preguntar no sé qué.
—hey —saluda. —¿cómo te llamas? —Puedo jurarles que intenté no parecer molesto desde el primer contacto ya que, como dije antes, odiaba socializar.
—Eh... Carlos. —respondí con algo de fastidio.
—Me llamo Kathleen, puedes llamarme Kate, Kathie o el amor de mi vida, —al principio esa frase no hubiese tenido sentido para mi, pero ahora es algo muy significativo. —es broma, llámame como tú más quieras, pero en serio, llámame. —intentaba guiñar el ojo, pero le salía una mueca medio extraña que era tierna.
—Un gusto. —Fui lo más cortante que pude, aunque ahora me arrepiento ya que perdí una gran oportunidad con ella, a pesar de su enfermiza y contagiosa sonrisa y su forma tan peculiar de cambiar de voz dependiendo de con quien estuviera.
No quiero hacer la historia tan larga, ya que desde ese momento hasta hoy, han pasado 4 años, 3 meses y 23 días.
Desde ese primer "hey" no hablé con ella durante los próximos días, hasta que nos tocó hacer un trabajo juntos, sí, lo sé, muy cliché, pero fue real.
Se trataba de un proyecto donde debíamos documentar lo que hacía la otra persona por dos semanas, y como ella era muy activa, logré captar su parte más fuerte y divertida. En cambio yo, era muy sedentario y prefería no moverme mucho ni ser tan extrovertido, aunque ella me ayudó a salir de esa burbuja y probar nuevas cosas.
Aún recuerdo la primera vez que salimos un fin de semana, fue hasta mi casa a las seis de la mañana, cargaba con ella una mochila con ropa y otras cosas más, primero fuimos a correr por unos dos o tres kilómetros, hasta que nos hizo parar, ahí fue cuando me di cuenta de que sufría de asma, y a pesar de ello decidió correr cada día de su corta vida, según ella, para demostrar que a pesar de su enfermedad era independiente.
Regresamos a mi casa, nos preparamos y volvimos a salir, fue el mejor día de mi vida. Lo pasamos juntos, y aunque no lo quise admitir en ese momento, ya sentía que no podría vivir sin ella. Y así fue.

ESTÁS LEYENDO
Lo veo en tu mirada
Short StoryNo quiero entrar en clichés, pero siempre creamos uno nuevo. Ésta historia es narrada por nuestro protagonista Charly (o Carlos, como quieran llamarlo), quien relata todo el proceso que se llevó a cabo para realizar lo que nosotros conocemos como: e...