CAPÍTULO 1 [jeongin pov]

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Jeongin era consciente de que su existencia era sinónimo de caos. Lo sabía. Había causado problemas infinidades de veces antes. Se le cayó el celular al inodoro (y hasta ahora su madre no le compró uno para darle una lección), mojó los apuntes de Chan con café y, entre sus peores acontecimientos, golpeó por accidente a Seungmin con un bate de béisbol.

Entre esos desastres, estrellar el coche de Hwang HyunJin ocupaba el puesto número uno. Estrellar un coche, sea de quien sea, ya era suficientemente malo. Pero el coche de Hwang HyunJin...

Hwang HyunJin. El mismo Hwang HyunJin que lo había odiado toda su vida. Desde niños. El mismo que competía exageradamente con él en las clases de educación física y no dudaba en empujarlo de ser necesario. El mismo que lo miraba con desprecio, rodaba los ojos y le discutía en cada ocasión posible. 

Debía admitir que aceptar que Chan le enseñara a conducir con el coche del mismísimo HyunJin, y sin su permiso, fue algo estúpido. Supuso que estaba tan desesperado por aprender a conducir que no lo meditó ni un segundo al tener la oportunidad. Su madre no tenía tiempo para enseñarle, y los cursos de manejos estaban fuera de su posibilidad económica. Chan era el único que le tenía la paciencia y la confianza suficiente para atreverse.

Chan y HyunJin eran amigos de casi toda la vida. ¿Cómo personalidades tan opuestas como la de ellos lograban mantener una amistad? Jeongin no lo sabía, y tampoco le importaba demasiado. Solo sabía que Chan conducía el automóvil de HyunJin en ocasiones en las que lograba convencerlo (porque el no tenía el suyo propio y porque era una persona de agenda ocupada, solía decir). Sin embargo, lograr ese cometido no era tarea sencilla. Y aquel día, justo aquel día, era una de esas ocasiones excepcionalmente raras. Y a Jeongin no le pareció un dato demasiado relevante el saber de quién era el automóvil. Chan, dentro de todo, era una persona muy blanda.  Y los vientos, los astros, las chakras parecían estar alineadas en su favor.

Y él lo echó a perder.

Al principio nada indicaba que algo pudiera salir mal. Estaban en las calles vacías de su vecindario, casi a medianoche, donde el tráfico era casi inexistente. Los primeros cinco segundos, estando extremadamente entusiasmado, fueron el paraíso. Chan, en el asiento del copiloto, lo aclamaba en su gran hazaña mientras apretaba el acelerador y llevaba con cuidado el volante en frente. Hasta que, intentando usar las palancas de cambio, algo salió mal.

 Todo sucedió demasiado deprisa. El coche comenzó a moverse de manera fugaz. Jeongin y Chan solo gritaban e intentaban detenerlo. Jeongin tenía los ojos cerrados con fuerza y, quizás, ese fue su error. 

Entre tantos gritos y desesperación, el coche se detuvo. Sintieron el impacto de un golpe.  Ambos muchachos abrieron los ojos lentamente, mirándose en un silencio insoportable.  Se habían estrellado contra un árbol. Estaban vivos y sin ningún rasguño. Y el coche también parecía estar bastante bien, en medida de lo posible. Salvo que tenía una gran, gran abolladura en el capó delantero. 

Chan no hablaba y su mirada parecía perdida en un punto fijo. 

Y Jeongin... Jeongin no pudo hacer otra cosa que largarse a llorar desesperadamente.

[...]

El automóvil no había sufrido nada en lo interno. El capó se aplastó en la parte de adelante y, si bien no fue el peor escenario posible, era malo considerando que se trataba de un coche relativamente nuevo. Él podía verle lo positivo a que el coche funcionase, pero a HyunJin le importaría un comino. Jeongin estaba preocupado porque no sabía si eso le saldría caro. Probablemente sí. No sabía mucho de automóviles. Jeongin era el tipo de persona que no sabía la diferencia entre una marca y otra y diferenciaba por el color.

Desastre Yang, príncipe Hwang [SKZ ; hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora