CAPÍTULO PRIMERO

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Las horas pasaban, lo sentía, así como tengo ese sentimiento de angustia que siempre está en mi estómago.

Intento dormir porque así casi dejo de sentir dolor o al menos puedo ignorarlo más fácilmente.

Pienso en mi madre y en las últimas palabras que me dirigió, no sé si ese recuerdo me causa tristeza o me llena de ira, tal vez hace los dos.

Mi madre siempre fue fue una mujer muy religiosa, eso me asustaba, siempre llevaba una biblia junto a ella y nunca soltaba un rosario negro  que tenía, ni siquiera el día que  me encerró aquí. Ella solía estar todo el día en  casa, y se encerraba horas en una pequeña habitación a rezar y a encomendarse a Dios como decía ella. Algunas veces, cuando ¨me comportaba mal¨me encerraba por horas en esa pequeña habitación, del tamaño de un armario, con hojas de la biblia pegados en todo su interior. Me encerraba, eso me daba miedo, yo gritaba y hacía pataletas para que me sacara de aquel terrible lugar, pero nada la hacía cambiar de opinión, siempre terminaba calmandome y durmiendo, cultivando cada vez más odio hacia mi madre y hacia cualquier figura religiosa que conociera.

Charlie, creo que así se llamaba mi padre, o tal vez Charles, nunca tuve el gusto de preguntarle su nombre, tampoco de conocerlo. Cuándo era pequeña le pregunté a mi madre que si yo tenía un padre, ella me respondió ¨todo el mundo tiene padre¨ ¨¿porque no vive con nosotras?¿acaso no le gusté y se fue de la casa?¨pregunté yo con lágrimas en los ojos, mi madre me miró con ternura y me respondió con cariño ¨Es imposible que no le gustes a alguien amor, mírate, eres perfecta a los ojos de Dios, y ¿sabes que? me alegra que tu padre no viva con nosotras, así estarás a toda disposición y entrega del único padre que importa, el padre celestial¨ fue la única vez que percibí ternura en la mirada de mi madre. La abracé.

Vivir con mi madre siempre fue una tarea difícil y no dejó de serlo en los diecisiete años que viví junto a ella.

Recuerdo como si hubiese sido ayer el día que le pedí un gato de mascota a mi madre, ella me miró aterrada y me dijo que esas eran criaturas diabólicas y los animales de las brujas, de hecho me hizo creer eso por un tiempo y les tuve miedo a los gatos por un par de años.

Intento dormir pero el sentimiento de angustia en mi estómago no me lo permite, siento que algo malo va a suceder, tengo ansiedad. ¿Existe alguna cosa más mala que las que ya me sucedieron?

Las personas son crueles, no confío en ellas, en la única persona en quién puedo confiar es en Axel, él es mi único amigo y quién me acompaña a dónde sea que yo vaya, creo que es muy tímido por que solo habla conmigo y cuando quiero presentarlo con alguna otra persona no se deja ver, nadie más puede verlo, solo yo.

Todas las personas a mi alrededor dicen que no parezco tener mi edad, si físicamente pero no mentalmente, eso me molesta.

Soy Verónica White, tengo diecisiete años, mi color favorito es el blanco, aunque es paradójico por que el blanco es la ausencia del color, el negro son todos ellos juntos. Me gusta el blanco, pero no puedo vestir con él, o al menos eso  decía mi madre, ya que gracias a mi pálido tono de piel, cuando uso blanco éste me hace ver toda del mismo color, por eso desde muy pequeña me acostumbré a vestir con tonos muy oscuros e intensos como el negro, el rojo y el violeta.

Mi cabello es completamente negro, termina un poco más abajo de mi cintura, mis ojos son verdes y alrededor de la pupila hay un poco de amarillo. Mis pestañas son realmente largas y abundantes, negras, le dan mucha expresión a mi mirada, tal vez por eso a mi madre no le gustaba que la mirara, no fijamente, no por mucho tiempo y si era posible, me decía que evitara el contacto visual. Mis cejas también son negras, algo delgadas pero lindas. Mis labios son rojos, siempre están de un rojo intenso, pero no por que los pinte, siempre son así. Tal vez por que los muerdo mucho, siempre lo hago cuando estoy nerviosa, ansiosa o con rabia, cuando tengo sentimientos fuertes, o sea la mayoría del tiempo. Soy muy delgada, muchos huesos de mi cuerpo sobresalen y se marcan, pero nunca he llegado a la anorexia, realmente me gusta la comida.

Cuándo Las Estrellas Se ApaguenWhere stories live. Discover now