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Dayanne.

Odio estos zapatos, odio a Alex, odio mí vida.

Estaba regresando a casa luego de haberme peleado con Alex en la fiesta de Bruno, y todo, ¿por qué?, Por que el celoso de Alex casi se caga a piñas con otro pibe por qué me estaba viendo.

¡Dios!

Los tacones estaban empezando a matarme los pies y estar caminando a las 2 de la mañana en las calles de argentina sola no es buena idea pero lamentablemente no puedo correr.

—¿Day?—pregunto alguien deteniendo su auto al lado mío, ¿No me van a dejar irme a casa tranquila?, Una vez vi quien era el del auto vi que hoy no es mí noche, Mateo Palacios, el cheto del barrio.

—Pudrete—espete contra él. Mateo no me cae bien por qué desde que apareció por el barrio ha estado detrás mía y no fue hasta el día que supo que era novia de Alex que dejo de estar detrás mía.

—¿Que haces caminando a esta hora?

—¿No es obvio?, Voy a mí casa.

—¿Te llevo?

—Puedo irme sola, no soy una niña pequeña.

—¡Day!—grito alguien detrás mía, me gire a ver y vi a Alex corriendo hacia mí.

—Abre—pedi hacía Mateo, me abrió la puerta y me subí del lado de copiloto, todo sea por no ver a Alex por lo menos el resto de la noche. Por suerte Mateo digamos que nunca se llevó con Alex por lo que al verlo por el retrovisor aceleró dejando a Alex detrás.

—¿Pelea de novios?

—Es un tóxico de mierda.

—¿Por que no lo dejas?

—¿Olvidas que su mamá es la directora?, Si le rompo el corazón me expulsan del instituto.

—Estas jodida.

—Gracias por recordarme—sonrei.

Por suerte en auto llegue más rápido a casa que si seguía a pie, y lo agradezco o estos zapatos ya estuvieran en algún basurero. Mateo me dejó en mí casa mientras que el se fue a estacionar en su casa, en la casa de enfrente.

Saque las llaves de mí bolso y silenciosamente abrí la puerta para no despertar a mis papás. Cerré la puerta y subí las escaleras de puntillas hasta llegar a mí pieza.

Alex, algún día te mandaré a la mierda y será el mejor día de mí vida.

Al día siguiente...

— No señor oso, yo no tengo su miel—hable hacía el señor oso, no me dejaba subir a mí auto de chocolate por qué según el yo traía su miel en el baúl y la quería vender.

—¡Dayanne!—grito mí mamá levantándome de golpe de la cama—, ¡Si seguís durmiendo no vas a llegar al instituto!—Mierda.

—¡Ya voy!—conteste.

Busque mí uniforme por mí pieza hasta encontrarlo, me metí a la ducha rápidamente para luego colocarme mí uniforme. Mí pelo lo deje suelto, solamente tome una liga para el pelo para agarrarlo cuando esté seco, tome mí mochila y baje corriendo a la cocina a buscar mí desayuno.

Mí chocolatada con media luna me estaba esperando en el comedor así que comí rápidamente o si no iba a perder el bondi, fui corriendo al baño a lavarme los dientes mientras que con la otra mano me peinaba. Una vez termine me despedí de mamá y salí de casa, por suerte la parada del bondi me quedaba cerca así que no tuve que correr tanto. Al llegar a la parada vi a Bruno esperando el bondi así que me acerque a saludarlo.

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