Capítulo 6

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—¡Oliver sal de ese maldito cuarto! —En lugar de asustarme las palabras de mi madre me dan risa.

Lo cierto es que siempre que dice palabras como "maldito", "demonios", "carajo" entre otras suenan bastantes graciosas. Por eso me da risa.
En eso entra a mi cuarto como si nada. Abre la puerta súper fuerte y está se azota contra la pared.

Eso provoca que me caigan de la cama con toda y cobija. Si, estoy enrolado en ella en el suelo. Levantó la cabeza. Ahora es mi mamá la que está riendo de mi.

—Eso te pasa por flojo. Ya sal de una vez, llevas casi cuatro días encerrado en tu cuarto jugando videojuegos. A veces me pregunto si mantengo a un humano o un animal.

—Gracias por el comentario madre —De lo digo mientras trato de desenrollarme de la cobija.

No lo consigo para ser honestos.

—Debería de dar alguna vuelta en el centro, escuche que pusieron una pizzería bastante buena.

—No tengo dinero para salir.

A veces los papás y las personas decían cosas como disfruta de tu juventud. Y no se podía porque a esta edad estaba más roto que nada. ¡NO TENGO INGRESOS! ¿Como demonios planeaba salir? Pues no salía y por eso me quedaba jugando videojuegos. Aparte de que no lo veo mal ya que estoy "descansando" antes de que realmente entrara al verdadero martirio.
La bendita universidad.

—Deberías ponerte a trabajar —Dice mi madre enojada.

—Debería pero no tengo la necesidad aún , así qué si me lo permites, buenas noches —Se que estamos en la mañana, pero aún así me dormiré.

—¡Ah no eso sí que no!, toma cien pesos.

—Oh, eso si es una oferta —Le respondo feliz.

—¿Piensas que será así de fácil? —Cuestiona mi madre con su ceja levantada.

Lo más gracioso del asunto es que todavía sigo enrolado en mi cobija como un tamal, y me encuentro respondiéndole desde el suelo con la cabeza levantada.

—Pues si tú lo ofreces supongo que es gratis.

—A veces tienes una gran imaginación hijo.

Sonrió de lado.

—Bueno pues, ¿Qué es lo que quieres que haga?

Entonces las veo sonreír, ya decía yo que no todo en esta vida era gratis, y menos si te lo ofrece tu mamá.

—Necesito que me compres unas cosas del súper, ya el sábado será nuestra comida y necesito varias cosas —Hace una pausa y empiezo a desarrollarme por fin—. Toma ya te hice una lista.

La deja en la mesa de mi escritorio y se va. Ah bueno. Me termino de desenrollar por completo me pongo un short y alguna camisa limpia que encuentro. Me estiro mientras bostezo. Me duelen un poco mis huesos, creo que pasar 24 horas jugando videojuegos no es algo taaaan saludable que digamos.

Me acerco a mi mesa para leer la lista que ha dejado. No son bastantes cosas, pero aún así podré utilizar el auto. Bajo las escaleras y lo primero que veo es a un padre haciendo postres, dicen que este tipo de preparaciones deben de hacerse Dios días antes como mínimo. Yo no soy nadie para juzgar. Liam no está en la casa y por más raro que sea eso no me sorprende en lo más mínimo.

—¡Ya me voy! —Informo a cualquier persona (En este caso mis padres) que esté interesado en este hecho.

No me sorprende que nadie responda, ah pero no fuera para pedirme cosas porque sino estarían en mi cuarto tratando de seducirme con darme dinero, pero claro que no les importa si me voy.

La perdisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora