Capítulo 4: El código de ética del fotógrafo.

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Las palabras roncas provocaron espasmos en su vagina. Queriendo ver qué tan caliente lucía en realidad, ella observó el monitor y se asombró al darse cuenta que no sólo se veía sexy, sino que tan lujuriosa como el infierno.

-Apóyate hacia atrás con tus manos y cruza una rodilla sobre la otra,- le indicó Elliot.

Hizo lo que le pidió, balanceando perezosamente la pierna. -¿Así?

-Justo así.

Emma esperó hasta que él sacó unas cuantas fotografías de esa pose antes de estirar una pierna frente a ella y llevar la otra hacia arriba. Mientras lo hacía, sintió la humedad entre sus muslos y se dio cuenta que sus bragas estaban mojadas con su excitación. Si ella deslizaba una mano dentro de éstas, estaría segura que se encontrarían empapadas.

*Entonces, ¿qué te detiene?*

Lanzándole a la cámara una mirada que haría orgullosa a una modelo de Playboy, enganchó el pulgar en los tirantes del bikini y lentamente los bajó sobre la curva de su cadera. A pesar de que no podía ver los ojos de Elliot detrás de la cámara, se dio cuenta por la brusca inhalación, que le gustaba hacia donde se dirigía la sesión fotográfica. Bastante complacida consigo misma, ella continuó descendiendo centímetro a centímetro sus bragas hasta que se encontraron envueltas alrededor de sus muslos. Luego las bajó incluso más.

Se preguntaba si Elliot podría ver cuán excitada esta pequeña y traviesa sesión fotográfica la estaba dejando. La noción de que él podría saberlo era más que un afrodisíaco. Antes de percatarse de lo que estaba haciendo, cerró sus ojos e introdujo una mano entre sus piernas para acariciar con los dedos los pliegues de su vagina. Dios Santo, se hallaba empapada. Su clítoris palpitaba, rogando que lo acariciaran y, esta vez, ni siquiera intentó contener el gemido que escapó de sus labios. Sin poder evitarlo, comenzó a hacer pequeños círculos alrededor de su clítoris.

-¿Tienes alguna idea de lo excitante que es esto?

Ante el sonido de la voz de Elliot, Emma abrió los ojos para descubrir que ya no estaba tomándole fotografías, pero, en cambio, observaba cada uno de sus movimientos con sus ojos oscuros cargados de lujuria. El recordatorio de que ella tenía audiencia sólo hizo que el acto de darse placer a sí misma fuera incluso mucho más candente.

Su mirada se dirigió a la erección que era claramente visible en la delantera de sus vaqueros y los labios de ella se curvaron en una sexy sonrisa. Al diablo con seguir siendo tímida. Lo deseaba. -¿Por qué no vienes aquí y me lo demuestras?

Emma no sabía quién de los dos estaba más sorprendido por sus palabras, si ella o Elliot. Normalmente, no hacía proposiciones a hombres que acababa de conocer. Al contrario, le gustaba llevar las cosas muy despacio. Pero esta noche ella parecía haber desechado sus inhibiciones junto con la bata. Además, se había sentido atraída por el atractivo fotógrafo desde el momento en que lo conoció y justo ahora, no podía pensar en nada más que en sentir su duro cuerpo contra el suyo.

Aún así, Elliot se quedó mirándola por tanto tiempo, que Emma tuvo miedo que no fuera a aceptar su oferta. Sin embargo, después de un momento, él dejó la cámara y subió a la tarima. Su pulso se aceleró cuando se arrodilló a su lado. Esperó a que dijera algo, pero, en cambio, deslizó su mano por su largo cabello e inclinó la cabeza para besarla.

Su boca era suave pero firme sobre la de ella, y dejó escapar un pequeño suspiro entrecortado cuando sus lenguas se tocaron y entrelazaron. Ansiosa por descubrir si realmente estaba tan bien dotado como creía, deslizó sus manos por la parte frontal de su torso. Para su deleite, él estaba duro y firme bajo la camiseta azul marino, y dejó que sus dedos recorrieran apreciativamente cada músculo. Siempre le atrajeron los tipos que se ejercitaban.

Elliot se alejó de su boca para observarla, sus ojos oscuros destellaban hambre. -He querido hacer eso desde que entraste por la puerta.

-¿Por qué tardaste tanto?- preguntó suavemente.

Él la besó otra vez antes de responder. -Por el código de ética del fotógrafo.

Ella frunció el ceño. -¿Hay un código de ética para los fotógrafos?

Otro beso. -Seguro. ¿Nunca has oído hablar de él?

Tenía la leve sospecha que le estaba tomando el pelo, pero no le reprendió por ello. En cambio, simplemente sacudió su cabeza y presionó su boca contra la suya. -No.

-Estoy sorprendido. Es muy estricto.- Tomó el labio inferior con su boca y lo succionó. -Aunque el código no fue lo único que me impidió besarte.

Ella gimió mientras él tentaba sus labios con besos de mariposa. -¿No lo fue?

-No. No estaba seguro si había un novio en la escena o no.

-No lo hay.- respondio ella.

-Bien.

-¿Qué hay de ti? ¿Hay una novia en la escena?

-Ninguna novia. Soy un agente libre.- dijo con una sonrísa en sus labios.

-Bien.

Él capturó su boca con la suya en otro beso abrasador antes de que pudiera contestar y unos momentos después, cuando levantó la cabeza para trazar un camino de besos por la curva de su mandíbula, ella olvidó lo que había estado a punto de decir. Mientras él la besaba por el cuello, ella inclinó la cabeza hacia un lado, dándole acceso a cualquier lugar que quisiera ir. El ángulo la dejó en una perfecta posición para ver el monitor y echar un vistazo a la última foto que Elliot le tomó. En ésta, ella estaba inclinada hacia atrás, con sus ojos cerrados, sus labios abiertos y su mano entre las piernas mientras se daba placer a sí misma.

-¿Verte a ti misma de ese modo te excita?

Emma arrastró su mirada lejos de la pantalla para observarlo, con un rubor coloreando sus mejillas. -Un poco. ¿Eso me convierte en una pervertida?

-Tal vez. Pero me gusta lo perverso.- La besó duramente. -No te muevas. Volveré enseguida.

Elliot ya estaba de pie antes de que ella pudiera averiguar hacia dónde se dirigía y lo miró curiosa cuando él tomó la cámara digital que había estado usando y la puso en el trípode. Frunció el ceño, preguntándose si iba a sacar más fotografías. Estuvo a punto de interrogarlo cuando regresó y se arrodilló a su lado nuevamente.

-Puse la cámara en automático para que tome fotos de cada momento,- le explicó antes de que pudiera preguntarle. -De ese modo podrás ver todo lo que hacemos.

Su mirada se dirigió hacia el monitor y veía con fascinación cómo las fotografías cambiaban luego de un momento mientras la cámara capturaba sus imágenes. Era como estar en una sesión pornográfica privada. Su vagina se contrajo ante esa idea tan traviesa. ¿Cuándo se había convertido en una chica mala?

Emma le lanzó una lenta y sexy sonrisa a Elliot. -Entonces, montemos un espectáculo para la cámara.

Levantándose sobre sus rodillas frente a Elliot, pasó sus manos por debajo de su camiseta y la jaló hacia arriba. Alzó la mano hasta su cabeza y lo ayudó a quitársela, arrojándola a un lado, y dejó su magnífico torso desnudo ante su hambrienta mirada. Ella lo observó con apreciación, absorbiendo el six-pack que tenía por abdominales y sus pectorales bien definidos, preguntándose otra vez por qué diablos él pasaba su tiempo detrás de la cámara en vez de estar frente a ésta. Maldita sea, si estaba bien formado.

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