La Maldición De La Herencia Malfoy

El Dolor De Una Esposa

Hermione Malfoy se encontraba con la mirada perdida, sentada en uno de los sillónes de cuero negro de la biblioteca de Malfoy Manor, mientras en sus brazos sostenia a un Scorpius Malfoy de 8 años que lloraba en silencio abrazado a ella, la castaña miraba con sus ojos color chocolate la ventana de la biblioteca, que era adornada con las gotas de lluvia que se sujetaban en aquel gran cristal y poco a poco resbalaban sobre el, últimamente todos los días eran grises, y no solo en el clima, su hogar estaba más oscuro que nunca...

Cuando el pequeño empezó a calmarse, unos fuertes golpes en la puerta de la biblioteca hicieron que se tensara y escondiera su pequeño y humedo rostro en el cuello de su madre mientras temblaba.

-Ssh... - murmuro en un siseo Hermione- no llores mi amor...

La castaña acariciaba el cabello platino y rizado de su hijo mientras los golpes que provenian de la puerta se oían con más fuerza y frecuencia

-¡Sal de ahí Hermione!- grito un Draco Malfoy furioso y despeinado mientras en su mano sostenia un vaso de Whisky de Fuego- ¡Soy tu marido! ¡Sal de una puta vez!- volvió a gritar.

Hermione dejo escapar un suspiro, mientras Scorpius la miraba con el temor dibujado en su rostro y expresado en sus ojos plateados.

-No vayas mami...- suplico el pequeño mientras tocaba la mejilla de la castaña- te hará daño...

La castaña sabia a lo que su pequeño se referia, le dedico una sonrisa a su pequeño, dejando que sus ojos chocolate se fundieran en los plateados de su hijo, le recordaba tanto a los de Draco, pero ese recuerdo era de antes de que todo cambiase...

Beso la mano de su hijo, entendia el miedo que el podia sentir por ella, pero era hora de sacar a la leona que dormia en su interior...

Tres años... había estado sucumbiendo a aquella serpiente los tres últimos malditos años, y ya no podía más, sobre todo si ESO en lo que se había convertido su marido hacía daño a su pequeño.

-Hermione...- volvió a hablar el rubio que se encontraba fuera de la sala- sal ya... por favor... sabes que te quiero, te amo con mi vida, no volverá a pasar... te lo prometo- Draco trago saliva aguantando sus ganas de sacar la varita y tirar la puerta abajo- te espero en mi despacho ¿vale?, hablaremos y todo se solucionara, como siempre hemos hecho ¿de acuerdo?

No recibió respuesta por parte de la castaña, lo que siempre tomo como un "Si", se alejó de la puerta de la biblioteca dirigiéndose a su despacho, abrió la puerta y la quiso cerrarla intentando con todas sus fuerzas no dar un portazo, cosa que resultó inútil porque lo hizo con más fuerza aun, haciendo que la castaña y su hijo se asustaran ante tal sonido.

Hermione se levantó con su hijo en brazos, lo sentó en la silla donde ella estaba, se agacho delante de él y acaricio la mejilla de su hijo, era igual que Draco, pero tan distinto a la vez...

-Mi niño, no tardare en volver ¿vale?- Hermione se levantó dirigiéndose hacia uno de los estantes de la biblioteca, cogió algo que Scorpius no llego a ver y lo guardo en su pantalón- no salgas hasta que yo no llegue Scorpius, aunque llegue tu padre y te diga que salgas, no lo hagas- apretó los puños mientras sus lágrimas surcaban por sus mejillas, no podia creer que lo que le decia a su hijo- solo hasta que llegue yo ¿de acuerdo?- se giró mirando aquellos rizos rubio platino de su pequeño, quien la miraba llorando- te quiero mi vida- se acercó dándole un beso en la frente y despidiéndose de su hijo, abrió la puerta de la biblioteca, echo una última mirada a su hijo con una sonrisa triste- recuerdalo, no salgas mi amor, no hasta que yo no llegue...- poco a poco cerró la puerta de la biblioteca, tomo aire y se encamino hacia el despacho de su marido.

Sus pasos pesaban, sentía que el pasillo se hacía más corto que de costumbre, su respiración se agitaba al igual que su corazón, mientras miraba hacia delante recordaba los tiempos donde Draco no era así, a su mente vino la imagen de aquel Slytherin cogiendo a su hijo en brazos, jugando con él, riendo... oh dios y como echaba de menos la risa de su marido, pero todo cambio hace 3 años: