La Maldición De La Herencia Malfoy

El Dolor De Una Madre

18 años después

Por tradición de la familia Malfoy, Draco fue enterrado en el cementerio familiar, donde descanso aquellos 18 años, Hermione no dejo de ir a visitarlo ni un solo día, limpiaba su lápida día si y día también, quito las rosas rojas ya marchitas, cambiándolas por unas rojas y frescas que ella misma planto y cuido en el jardín de la mansión Malfoy.

-Te echo de menos...- acaricio el nombre de Draco que estaba tallado en la lápida- sé que nos querías, nos querías con tu vida, ojala todo hubiera sido diferente...- seco sus lágrimas- nuestro pequeño ya tiene 26 años, está casado desde hace 5 años, y tenemos un nieto precioso de 3 años, me hubiera encantado que lo conocieras, es tan activo, te imagino corriendo detrás de él, enseñándole la mansión, consintiéndolo...- embozo una sonrisa melancólica- como siempre hacías con Scorpius, lo consentías tanto...

Hermione noto que alguien tiraba de su chaqueta por atrás, giro su cabeza y sonrió mirando a su nieto, era igual que Scorpius y Draco.

-Hola cariño...- lo cogió en brazos- ¿has venido con papa?- pregunto la Gryffindor mientras su nieto asentía.

Un Scorpius Malfoy dirigía sus pasos hacia su madre, con semblante serio y ojos plata que apenas tenían brillo.

-Madre- llamo el rubio mirando a Hermione- no tienes que venir todos los días, él no lo merece- trago saliva, le costaba decirlo, al fin y al cabo era su padre a quien visitaba- lo siento...

La castaña negó mientras sonreía, miro a su alrededor buscando a cierta persona.

-¿No ha venido Emma?- pregunto al no ver a su nuera junto con su hijo y nieto- siempre suele acompañaros.

Scorpius miro a su madre con sus ojos vacíos de sentimientos.

-No, ella está en la mansión todavía- aparto la mirada de su madre- Volvamos a casa madre- le ofreció el brazo para que ella se agarrase.

Hermione asintió con la cabeza mientras su mirada chocolate se posaba en su hijo con una tristeza disfrazada de felicidad, sabía perfectamente porque Emma estaba en casa, no tenía ninguna duda.

Ya en la Mansión Malfoy, Scorpius se liberó de aquel abrigo negro dándoselo a uno de sus elfos para que se ocupase de guardarlo.

-Iré a mi despacho- cogió unos papeles de las empresas Malfoy- Hijo, no molestes a tu madre, ya sabes que está muy cansada, y mama...- dirigió sus ojos fríos hacia su madre- descansa un poco, Emma tardara en bajar, no creo que quiera té hoy.

Por un momento, Hermione pensó que había visto a Draco en la mirada fría y sin amor de su hijo, ella solo asintió mientras observaba como Scorpius se encaminaba a su despacho, para luego perderlo de vista y oír como una puerta con un pequeño chirrido se cerraba.

La castaña empezó a jugar con su nieto en el jardín hasta que empezó a llover, en ese momento se metieron corriendo a la mansión, su hijo no había salido del despacho, a lo mejor una o dos veces pero solo para ver a Emma, y cada vez que salía de la habitación, salía despeinado y con la respiración agitada, Hermione no era tonta, sabía que su hijo había lanzado un hechizo muffliato para que no se oyese lo que hablaban dentro.

-Abela- hablo un poco el pequeño de 3 años- ¿papi le haba hecho dano a mami?- pregunto confuso mientras Hermione le secaba con una toalla.

En el rostro de Hermione se dibujó el horror mientras oía las palabras sinceras de su nieto, pero al segundo relajo la mirada.

-S-seguro que no cariño...- tartamudeaba, no tardo en llamar a un elfo- ahora te llevaran a bañar, yo iré a coger tu ropa y te cambiare ¿vale?- informo Hermione a su nieto, el cual solo asintió y se fue con el elfo.