《Propuesta De Matrimonio》

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Los nervios carcomían al pelinegro, pues no sabía si el contrario aceptaría la propuesta que quería hacerle, la cual iba acompañada de un anillo.
Vegetta no sabia que hacer, "hoy se lo voy a decir" y al final, nunca se lo decía. Llevaba así más de un mes, y, por muy confiado que pareciera nuestro Vege, cuando se trataba de Rubius, era un manojo de nervios.

Calló la noche, y volvió a guardar la cajita negra con la tan preciada sortija que se hallaba en su interior, y se hecho en la cama pensando en que debía decírselo, tal como llevaba un mes haciendo.

Por otro lado en la casa del castaño, este estaba dando vueltas por su vivienda, pensando que se le podía ocurrir, soltando ideas al aire y descartandolas enseguida una vez las consideraba mentalmente, mientras sus únicos escuchantes, los cuales eran Juan Carlos (segundo xd) y Coringa que miraban a su dueño murmurar cosas y caminar como un loco de un lado a otro de la casa; una vez ya cansado, el de sudadera blanca salió a la terraza seguido de ambos animales para tomar aire fresco. Pues, llevaba todo el día encerrado en casa dándole vueltas al tema, pensandolas y tirandolas a la basura, pues, ninguna le parecía lo suficientemente perfecta. Una vez se sentó en uno de los sillones que poseía en dicha terraza decidió preguntarle al perro.

-¿Que debería hacer, Coringa?- Pregunto mirando al animal el cual solo pudo soltar un pequeño gruñido, pues obviamente este no era capaz de hablar. Soltó un largo y sonoro a la vez que pesado suspiro hundiéndose más en los cojines blancos de aquel sillón mientras alzaba la vista y contemplaba la noche estrellada en Karmaland.

Ya en la mañana Karmalaniense nuestros protas se reunieron y pasaron la mañana juntos como solían hacer casi siempre, pero a media tarde se despidieron temporalmente, pues más tarde se reunirían de nuevo. Ahora debían ocuparse de sus animales en sus respectivas casas.

Con Rubius las cosas estaban normales, este acariciaba a Coringa mientras Luzu jugaba con Juan Carlos; sí, Luzu estaba en casa de Rubius, pues el anterior nombrado le llamo para pedirle ayuda con su retahíla de ideas fallidas.

-Creo que debería ser natural hombre, no trates de forzarte, nada es perfecto. Si no sale pronto, ya saldrá más adelante, si te quiere se va a quedar sin importar que pase- Luzu usando como siempre sus sabias y profundas palabras.

El contrario no dijo nada, solo quedó con la vista fija en el suelo mientras las palabras de su amigo resonaban en su cabeza.

-Debería irme, Vegetta debería estar por llegar- Dicho esto se levantó del suelo y le tocó el hombro al castaño, haciendo que este saliera de su trance.
Antes de salir por la puerta hablo de nuevo. Mirando a la silueta que venía de lejos.

-Hablando del rey de Roma...ahí esta- Y sin decir nada más abandono el hogar dejando un Rubius tenso y empezando a entrar en pánico mientras sus manos dentro de su bolsillo apretaban una pequeña cajita.

Nuestro amigo morado se posicionó en mitad del pequeño puente que daba pie a las escaleras del hogar de su amado.

-Rubius, sal- Gritó.- Necesito hablar contigo-

"Esa frase nunca suele ser buena" pensó.
Se levantó del suelo y dejó la cajita que sus manos sostenían en la estantería cercana a la puerta principal de su vivienda. Salió, y se encontró a un azabache sosteniendo un ramo de flores moradas, ante esto el de más altura estaba atónito. ¿Acaso le iba a dejar con unas flores?

-Vegetta que- Fue interrumpido por el de ojos violáceos

-Rubén Doblas, todo el tiempo que he pasado a tu lado a sido el mejor de mi vida y cosas como estas no son fáciles de decir a la ligera, así que voy a ir al grano. Rubén Doblas, ¿Quieres casarte conmigo?- El azabache se arrodilló mientras sacaba la pequeña cajita negra mostrando en su interior un anillo con un diamante morado.

¿Era una broma? No, no lo era Vegetta estaba frente a el pidiéndole matrimonio ¡MATRIMONIO!
Se supone que el iba a decir eso maldita sea.

No dudo un segundo y corrió adentro de la casa en busca de su cajita.
El predominante del color morado no entendía nada, se quedo pasmado, ¿Acaso le había espantado?, ¿No quería casarse con el? Las dudas se esfumaron de su cabeza cuando vio que regresaba con algo en sus manos.

-Vege, se suponía que esas cosas las tenía que decir yo- Dijo esbozando una sonrisa burlona.

-¿Qué?- El asombro de nuestro morado amigo iba en aumento según pasaban los segundos.

Rubius mostró la pequeña caja que llevaba en sus manos.

-Vege, ¿Quieres casarte conmigo?- Abrio la caja mientras una risa un tanto nerviosa escapaba de sus labios.

Los ojos de Vegetta se abrieron como platos. No se lo podía creer, ¿Habían tenido la misma idea?, ¿Como es que no se dieron cuenta?

-Vale, a ver, espera, eso... ¿Eso es un sí?- Pregunto algo dudoso el morado, mientras su mirada se volvía borrosa a causa de las lágrimas de felicidad.

-Pues claro que sí tontito- Respondió firmemente mientras la felicidad, y alguna que otra lágrima de alegría se reflejaba en ambas caras.

Ambos colocaron la sortija que poseían en el dedo anular del contrario, teniendo Rubius un anillo con un diamante morado y Vegetta con uno de color caramelo.

Sin perder un segundo más se fundieron en un beso mientras se estrechaban en sus brazos mutuamente.

Rubegetta Week [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora