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—Si sigues viendo el marcador en tu brazo dejará de avanzar—Dick levantó la mirada ante las palabras amenazadoras de su madre.

—No puedo evitarlo ¡Hoy es el día!—Mary rió enternecida ante la sonrisa apabullante de su hijo.

—Sí, y por eso es que no debes estar tan ansioso o no sucederá.

Dick hizo un puchero. Él sabía que eso no era cierto, puesto que, sin importar lo que hiciera o pasara ese día, él conocería a su otra mitad, su alma gemela.

Lo sabía porque de esa forma se habían conocido sus padres y abuelos; siguiendo el ritmo del marcador tatuado en su piel. La mayoría de los humanos nacían con un reloj gigante en su antebrazo. El reloj incluía una fecha con los años, meses, días, horas y segundos que faltaban para conocer a su alma gemela. Cada reloj era diferente. Unos eran digitales, como el suyo que únicamente tenía grabados los números, otros eran de manecillas y engranaje como el de sus padres y otros pocos de arena y sol, aunque esos no eran muy comunes de encontrar. Por eso estaba tan emocionado, porque su marcador estaba a punto de vencer.

Si bien era cierto que, no todas las almas gemelas estaban destinadas a enamorarse—algunas se convertían en rivales, enemigos mortales o mejores amigos—, Dick deseaba creer que él y su otra mitad si lo harían.

Cuando Dick había nacido, sus padres se sorprendieron de lo pronto que vencía su marcador, tan solo a los once años y siete meses. De hecho su padre se burlaba de él, diciéndole que tenía que trabajar el doble de duro ya que se casaría en la mitad de tiempo a comparación suya, o que su pareja había nacido muchos años antes y por eso su reloj vencía tan rápido. Su madre le daba codazos, diciéndole que no lo asustara pero Richard solo reía diciendo que estaba bien.

—Vamos Robin—dijo Mary revolviéndole el pelo— tenemos que ensayar para la función de hoy.

Dick dio una última mirada a su reloj antes de bajarse la manga de su traje, asintiendo.

— ¡Voy!


°•°•°•°


Bruce miraba indeciso el boleto entre sus dedos. Aun dudaba si ir a una función de circo fuese lo más conveniente. El crimen nunca cesaba y por lo mismo tampoco podía hacerlo Batman, sin embargo, Alfred había sido muy claro en sus indicaciones:

«Gotham no se caerá a pedazos mientras yo este en guardia. No olvide que día es hoy, no encontrara a su pareja si se pasa todo el día encerrado en una cueva.»

A decir verdad, a Bruce nunca le intereso el tema de las almas gemelas, era demasiado escéptico para creer en ello. Sus progenitores no habían sido destinados, aun así, fueron el matrimonio más feliz y amoroso que pudo existir. Su padre había nacido con un reloj tatuado, pero jamás encontró a su destinada. Cuando el marcador llego a cero simplemente continuo con su vida, conociendo unos años después a su madre, una mujer que había nacido sin el tiempo tatuado en la tez.

En lo personal, Bruce creía que lo mejor era nacer sin dicho reloj; de esa forma se evitaba estar esperando a una persona que no existía —como lo era el caso de su padre— o alguien del que jamás te enamorarías.

Resopló arrugando el billete. Esta vez le haría caso a Alfred, iría a la función aunque no creía encontrar a nadie especial, nadie podría entender su dolor, lo grande y eterno de su lucha. Por más que lo fingieran, nadie podría entender a Batman.

Tal vez Bruce Wayne estaba destinado a tener una alma gemela, pero Batman no.

Y él era Batman.

The Dynamic Duo (BruDick Week 2020).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora