The Dynamic Duo (BruDick Week 2020).

Hielo de Fuego

—Está despertando, ve avisarle a Bruce—Dick escuchó voces en la lejanía. La piernas las tenía entumecidas, los brazos estaban amarrados a los costados y su boca sabía a vinagre y sal. La luz que se filtraba por las grietas de las cortinas le lastimaba los ojos.

¿Dónde demonios estaba?

— ¿Cómo te sientes?—Dick volteo encontrándose a su lado a una bonita pelirroja que lo observaba con ojos curiosos, detrás de ella estaba un muchacho alto y fuerte que lo miraba con desconfianza.

—Estoy bien—intentó incorporarse pero ella se lo impidió.

—Mantente recostado, tus heridas eran muy graves, además nuestro líder quiere hablar contigo.

— ¿Líder?—las cortinas de la carpa se abrieron, dando paso a un hombre de aspecto sombrío. La luz lo cegó momentáneamente, dejándolo en desventaja contra el sujeto que se tomó el tiempo para mirarlo detalladamente. La pelirroja se puso de pie e hizo una reverencia.

—Bruce.

—Déjennos solos—Los dos jóvenes salieron. Dick tragó.

El hombre era fácilmente una de las personas más altas que había visto en su vida, tenía el cabello negro igual a un cuervo, sus rasgos eran duros y afilados, sus ojos eran dos cavernas azules de puro hielo. Dick se asustó, no sabía que hacia ahí ni como había llegado.

— ¿Cuál es tu nombre?—tembló. Al igual que sus ojos su voz era un tono frio y estremecedor.

—N-no lo recuerdo—Bruce frunció el ceño, entrecerrando aún más la mirada.

— ¿Sabes dónde estás?

—No.

— ¿Cuál es tu último recuerdo?

Dick cerró los ojos intentando recordar. Cientos de imágenes se dispararon en su cabeza, había fuego, ataques de viento, llamas enormes que consumían un buque, rocas flotantes y al final, nada. Solo nieve.

Suave y frágil nieve.

—Yo no recuerdo nada en realidad, solo explosiones y...

— ¿Y?—repitió Bruce, comenzando a impacientarse. Él apretó los puños.

—Fuego, mucho fuego.

Dick espero a que el tipo le dijera algo, pero él solo se quedó parado ahí mirándolo fijamente. Con cada segundo que pasaba el ambiente se iba haciendo más y más pesado. Al fin el hombre se dio la vuelta, ondeando su túnica negra de forma dramática.

—Descansa, cuando te hayas recuperado puedes marcharte—siseo al margen de la salida.

Cuando se fue, Dick recargo su cabeza contra la almohada de piel. Tenía un dolor de cabeza horrible además de unas nauseas asquerosas. No tenía la menor idea de cómo había llegado a ese lugar, quienes eran los aldeanos o porque lo habían ayudado.

Todo era tan confuso y su cabeza era un licuado de recuerdos borrosos. Suspiró, no sabía porque pero tenía un mal presentimiento de todo eso.

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En cuanto Bruce salió se encontró una barda de caras curiosas que lo miraban impacientes. Ah, no tenía ganas de comenzar a dar explicaciones.

— ¿Y bien, que es lo que te dijo?—preguntó Bárbara, acercándose con ayuda de Garth que empujaba su silla de ruedas.

—Tiene amnesia.