The Dynamic Duo (BruDick Week 2020).

Desengaño

Un grito desgarrador salió de la boca de Dick. Se levantó rápidamente percatándose de que todo había sido una pesadilla. Estaba dentro de su camerino con la pijama puesta y no con el leotardo verde y rojo, sus manos no estaban llenas de sangre ni lo cuerpos de sus padres destrozados contra el suelo. La amargura surco sus venas, llenándolo de dolor. Odiaba tener esos grotescos sueños, esas macabras pesadillas que le recordaban noche a noche lo que había perdido.

Se abrazó a sí mismo.

El reloj sobre su cómoda marcaba las dos de la mañana. El sudor frío le bajo por los poros, tensando su piel. No podía estar solo, no quería estar solo. Necesitaba a Bruce, solo él podría calmarlo.

Temblando sujeto el celular a su derecha y tecleo los números. El sonido punzante de la espera lo perturbo.

—Mansión Wayne ¿En qué puedo ayudarle?—Dick quiso sonreír al escuchar la seria voz del mayordomo, pero no pudo hacerlo, el miedo lo tenía domado por completo; en cambio arrugo la cara, contraído.

—Hola Alfred soy Dick, ¿Se encuentra Bruce?—El anciano inmediatamente noto que algo estaba mal.

—Maestro Richard—contestó—Me alegro de escucharlo pero lamento informarle que el amo Bruce no está disponible, sigue en la gala de beneficencia.

—Oh, ya veo—murmuró devastado—Dígale que me hable en cuanto llegue, estaré esperando su llamada.

—Por supuesto. Buenas noches Maestro Richard.

—Buenas noches, Alf.

Colgó. Dick cayó de espaldas en su cama, mirando sin mirar a través de la ventana. Deseaba dormir, tenía que descansar para el espectáculo de mañana pero sabía que los recuerdos no lo dejarían en paz.

° •°•°•°

Bruce apenas y logro llegar al Batimóvil. Su costado derramaba sangre a cantaros, tiñendo de rojo los caros asientos de cuero, aunque eso no importaba, había logrado detener a Bane y salvar a los rehenes, ya tendría tiempo de recuperarse después.

—Señor—La pantalla del tablero se encendió mostrado la inherente cara de su amigo que no se molestó en escandalizarse por la gravedad de sus heridas. Después de veinte años combatiendo el crimen existían muy pocas cosas que lo siguieran sorprendiendo. —Supongo que quiere que active el piloto automático.

—Sería de utilidad.

—Bien, hace mucho que no jugaba con el control remoto.

— ¿Alguna novedad?—a pesar del dolor torció el torso y saco un paquete de emergencia de un compartimiento del auto, extrajo una tela y presiono fuerte para detener la hemorragia.

—Ninguna. El comisionado ya llego a la escena, los peritos ya están analizando y resguardando la zona.

—Bien.

El mayordomo pareció basilar un momento antes de decir:

—El amo Richard habló—Bruce levanto la mirada, impaciente.

— ¿Ocurrió algo?

—Solo me dijo que lo llamara en cuanto llegara—plisó los labios—No se escuchaba bien.

— ¿Eso es todo?

—Sí señor.

—Gracias Alfred.

—Un placer.

Bruce soltó un alarido exasperado, la adrenalina se estaba agotando y el ardor comenzaba a manifestarse. Desplegó la pantalla y busco el teléfono de Dick. Al encontrar su cara sonriente entre sus contactos presiono el icono del teléfono.