Katsuki Obsession

495 48 18
                                    

Tienes que saber que si te acercas demasiado a mi, no te dejaré ir.

Katsuki Obsession

El hombre que posaba en frente suyo podía definirse como su grande obsesión, la más bella, perfecta y etérea. No había un solo día en el que no agradeciera dios por un regalo como lo era Yuuri Katsuki en su vida. Su musa, su inspiración, su mundo y más grande amor, aquel capaz de hacer que la fotografía se vuelva el núcleo de su vida por segunda vez en esta.

Antes de él todo era monótono, lo que una vez amo ahora lo aburría, la chispa de pasión que daba el tomar fotografías a modelos hermosos y paisajes inolvidables se había esfumado en un chasquido. Seguía siendo el fotógrafo más solicitado por revistas, periódicos entre otros, sin embargo ¿De qué servía ser el más grande fotógrafo del mundo entero si no tenía nada que lo motivara? Necesitaba una musa, alguien que fuera capaz de devolverle la vida a su razón de existir.

Había intentado como muchos, perdió la cuenta de tantos que fueron a tratar llenar ese enorme y exigente lugar, ninguno funcionaba para él. Muy bajo, muy delgado, muy aburrido, muy extravagante, muy moreno, muy pálido, muy alto, muy sonriente, muy serio... Siempre existía un, pero en cada uno de ellos. Desde rusos hasta italianos, llegando a americanos y suizos. Ni siquiera él sabía que era lo que buscaba, tan solo estaba seguro de que cuando lo viera sabría que esa persona era la indicada, y así fue, un simple día en medio de un paseo por Japón, en una de sus visitas turísticas por el pequeño país.

—L-lo siento—balbuceó por haber chocado contra él. En una situación normal lo hubiera visto mal o como mínimo ignorado y seguido de largo, pero... se quedó mirándolo con la mayor cara de idiota que podía poner— ¿Se-señor?

— ¿Cómo te llamas? —preguntó sonriendo amable, eso que muy pocos podían vanagloriarse de haber logrado en ese excéntrico peli plata.

—Yuuri Katsuki... —se presentó algo extrañado de la pregunta.

—Yuuri—saboreo cada letra de aquel corto nombre. Mirando atento hasta la más mínima respiración de ese japonés que tenía en frente.

No era demasiado alto, estaba en la estatura promedio de cualquier japonés, ojos grandes y marrones ocultos tras horribles gafas de pasta azul, labios rellenos al igual que sus mejillas y una melena de color azabache, tan obscura como la noche que acontecía en este encuentro tan milagroso para él. La típica imagen de un japonés, no había duda de ello, nada en ese muchacho que asumía, era más joven, resaltaba, aun con eso lo notaba, lo sentía en su ser emocionado y ansioso. Él debía ser su musa.

— ¿Vives cerca? —pregunto al notar la cara de incomodidad que ponía el más bajo, a simple vista parecía estar planeando como huir.

—EH... si... En las aguas termales ¿Porque? —la parte más primaria de su instinto, que mucho había servido a lo largo de su vida, no daba señales de que el llamativo peli plata quisiera hacerle daño por más extraño que fuera.

—Dime una cosa... ¿Has pensado ser modelo? —ladeo suavemente la cabeza, dejando su fleco caer suavemente, cubriendo parte de su rostro. Las mejillas del japonés se encendieron por la vergüenza de aquella pregunta.

—No, en realidad no—respondió algo confuso—Lo siento por chocarlo y todo lo demás, señor-

—Viktor, dime Viktor—amplio su sonrisa, un poco cizañera y maliciosa.

—Señor Viktor. Ya debo irme de regreso... Si le interesa puede ir a las aguas termales, es una posada también. Adiós—hablo rápido y nervioso, casi viendo el suelo a la hora de salir corriendo, alejándose del peli plata que se quedó mirando hasta que desapareció de su rango de visión. Bajo la vista a su perro que movía la cola animado.

Katsuki Obsession || ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora