Mi sueño más largo

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Antenoche soñé contigo de nuevo, pero penśe en mejor no contártelo, pues esta vez no me preocupa nada y la vez anterior pareció interesarte tan poco que casi me arrepiento de haberte contado. La diferencia es que en aquel morías, por eso fue que aun cuando había decidido no volver a buscarte, te hablé para platicarte el sueño. Y no es que yo sea supersticioso, simplemente es una gran aversión al arrepentimiento. De haberte pasado algo en esas fechas que yo me enterara, no habría podido con el pensamiento (iluso) de que pude haberlo evitado con solo contarte mi sueño. 

Sin embargo, el de ayer fue un sueño más extraño que el anterior (pero más normal en relación a los que suelo tener). En este te hablaba, para visitarte y pedirte que me recibieras en tu casa un día. Te encontré ahí, viviendo con tu mamá, aunque no recuerdo haber visto a tu hermana (me habías dicho que planeabas vivir por tu cuenta, supongo que ella te ganó). Tu habitación era grande, había dos camas, la tuya evidentemente pricipal, y una cama menor en un rincón, la cual me prestaste. No recuerdo muchos detalles de conversación, aunque me sentí muy bien al verte tras tanto tiempo. Esa noche dormimos en la misma habitación, más no en el mismo lecho. Al día siguiente me acompañaste hasta la casa de mi tía Silvia, ella falleció el año pasado, pero estaban ahí vive mi prima todavía y su hermana y hermano la visitan seguido. La casa de ellos era distinta, medía lo mismo, pero en lugar de ser dos pisos, era solo uno con un techo muy alto. Les comenté que estaba en la ciudad porque necesitaba ayuda con mi tesis, y los programadores allá eran muy buenos. Me dijeron mis primos que con toda confianza, podría quedarme en su casa; tienen cuartos que no usan. Volteé a verte y te pregunté dónde quedaba la universidad. "A una cuadra de mi casa", contestaste sonriendo. "Me quedaré allá", les dije a mis primos. Ellos entendieron que era más práctico, pero también que yo estaba feliz de que su casa quedara más lejos, no tanto porque me conozcan, mi rostro es muy expresivo y cualquiera me habría visto sonriendo al grado de casi mordermentendee las orejas. 

Volvimos a donde tú vivías, conducía tu mamá (según me has dicho tú eres pésima conductora). Era ya noche, lo último que me dijiste ese día fue "La universidad está a una cuadra, espero que no te pierdas", y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente fui a la facultad de ingeniería donde encontraría a los programadores, les expliqué mi suplicio y estaban dispuestos a ayudarme. Pasé el día en la computadora explicando lo que había hecho hasta ahora. En la tarde volví a tu casa. Tu mamá entusiasmada me recibió y tú llegaste poco después, te conté que había tenido éxito en pedir ayuda. No recuerdo más.

Recapitulando, me sorprende lo largo del sueño (en tiempo, no en eventos, pues poco ocurrió en esos tres días en tiempo de sueño). Lo que puedo interpretar es que (para sorpresa de nadie) sigues en mi subconsciente, y que necesito avanzar con mi tesis.

Cartas que nunca te escribíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora