Capitulo 1

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Es irónico. Mi alarma suena a las seis en punto de la mañana, y es exactamente cuándo mamá pasa y toca mi puerta, gritando que debo levantarme. Alec me dice que es como tener dos despertadores, solo que el llamado mamá, asusta más que cualquier cosa.

Aparto mis sabanas y pongo mis pies sobre la suave alfombra de felpa. Camino hasta mi armario, tomo la ropa que he dejado preparada para esa mañana. Salgo de mi habitación, aun con mis ojos pequeños, y cuando estoy a punto de abrir la puerta del único baño libre en la planta alta -excusando el privado en la habitación de mama y papa- esta está cerrada, me enfurezco y comienzo a forzar el cerrojo.

 - ¡Alec! -Grito-

- ¿Qué quieres enferma? -grita dentro-

- ¡Debo prepararme, sal de ahí­!

- Y yo debo hacer lo mismo, no deberías tratar mal a tu chofer.

- ¡Eres un imbécil! -Grito-

- Una palabra más y te vas caminando.

- Maldito -susurro y bajo rapido las escaleras-

 Camino rápido hasta el baño de la planta baja, es más pequeño, pero es igual de eficiente. Cierro la puerta con fuerza y me dedico a bañarme y ponerme lista para mi primer día en la Preparatoria.

 Tengo dieciséis años, soy nueva en Seattle gracias al trabajo de mi padre. Es empresario, no estoy segura de que, pero por lo que puedo entender cuando habla de negocios, es que tiene una empresa con su mejor amigo.

Y creo que les va muy, muy bien.

 Todo es tan diferente a Ohio. He tenido que dejar la escuela, mis amigos y toda mi vida por papá. Y no me quejo mucho, estamos muchísimo mejor ahí­, o es lo que mamá me ha metido en la cabeza. Alec tiene veintiún años, y está a punto de comenzar la Universidad.

Es el típico chico alto y guapo, con el que todas las chicas quieren manosearse entre los arbustos de un lugar cualquiera.

 Mamá dice que papá era igual de guapo, o peor, que aún lo es.

 En cambio yo, apenas y llego al metro sesenta, con un cabello extrañamente liso y de color casi parecido a la miel. Y mi padre dice que me parezco mucho a mamá cuando tenía mi edad. Es incomodo escuchar las historias de como papá conquistó a mi madre a los quince años.

 Y terminaron casados, con dos hijos y una situación económica muy estable, y quizás demasiado bien como cualquier otro esperaría.

 Salgo del baño cepillando mi cabello, vestida con unos vaqueros de tiro bajo, una blusa morada medio holgada y una cantidad mínima de maquillaje. Acomodo mi cabello y voy hasta la cocina, arrastrando mis zapatillas a medio poner. Sonrió al ver a mamá en la cocina, preparando sus deliciosos y, a veces, excesivos desayunos. Y cuando sobra algo nos lo hace comer desayuno, almuerzo y cena. Pero nunca aceptará que es su culpa. Siempre dice que nosotros no comemos lo suficiente.

 - Hola Mamá.

- ¡Linda! Hola, ¿Cómo estás?

- Pues mal, tengo que ir a estudiar. ¿Sabes cómo es eso no?

- Angeline.

- ¡Mamá! ¿Por qué no me tomo el año libre? Estoy a tiempo, aun.

- No Angeline, no harás eso.

- ¡Mamá¡ estamos a mitad de octubre! Todo ya se conocen, todos tienen sus grupos, por Dios... ¡Será¡ la nueva y rara!

- Eso no debería importarte.

- No es a ti a quien miraran raro.

- Basta Angeline, iras, quieras o no.

- Diablos.

Pretty |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora