Presiono tres veces el botón para desbloquear mi celular. Mi madre se queja de que la llamo en el colectivo por el ruido de fondo. Como siempre. Mantengo la charla habitual con ella. Nunca le cuento lo que sufro. Ni por las noches, ni por los días. Pulso el botón tres veces para que pare el colectivo. Me doy cuenta de mi error pero ya es demasiado tarde.
— ¿Hija, vos pulsaste tres veces el botón? — La preocupación se nota en su voz.
Lo niego. Le digo que eran niños jugando pero sé que sospecha. Piensa que me recuperé después de tantos años yendo al psicólogo por mi trastorno. Piensa eso porque la convencí de que ya estaba recuperada. No podíamos permitirnos ese costo sin encontrar progresos. Sé que mis padres seguirían pagando si supieran pero no quiero abusar de ello.
Me detengo en el baño antes de ir a clase. Presiono tres veces para que caiga el jabón. Giro la perilla del agua. Saber que mi mamá podría enterarse de que llevo mintiéndole todo este tiempo me pone nerviosa. Me lavo la cara y camino al aula.
Maldigo. Soy buena en matemáticas pero el profesor me pide que lea el resultado de un ejercicio. Quiero matarlo. Odio participar, ni siquiera en la secundaria lo hacía. No me gusta hablar en voz alta, que la gente me vea. Estar expuesta. Veo el resultado, 581.449,44. No puedo. Mi mente se llena de números. No puedo hacerlo. La ansiedad me gana.
Trece, trece, trece. Catorce, catorce, catorce. Quince, quince, quince.
— No hice los ejercicios — Miento. Sé que no lo convence pero no repara en ello y continúa con la clase.
Otra vez ceno un sándwich. Hoy si hay de atún. Como distraídamente mientras escucho de fondo la conversación de mis amigas. Notan mis ojeras. "Me quedé estudiando hasta muy tarde" les dije. Mientras más pasa el tiempo, resulta más difícil convencer. Más mentiras. Más excusas.
No me gusta la relación que tengo con ellas. No es para nada sincera de mi parte aunque quisiera poder contarles, pero ¿quién querría ser amiga de alguien como yo? Tenerlas al menos me hace sentir un poco más amena la soledad. Es difícil estar a cientos de kilómetros de tu familia y amigos viviendo sola. Cargando el stress del estar estudiando una carrera y como si fuera poco, tener este trastorno y sufrir tormentos por las noches.
Una lágrima resbala por mi mejilla. Agacho la cabeza haciendo una cortina con mi pelo. Me la quito disimuladamente.
El colectivero me dirige una mirada de lástima al subir. Sé de las manchas oscuras que llevo bajo los ojos. Son tan pronunciadas que tratar de disimularlas sería inútil. Primeramente me daba una mirada asesina cada vez que me tocaba bajar. No sé si a estas alturas comprende lo que me pasa o solo se acostumbró.
Al llegar me acuesto. Doy vueltas en la cama pero el miedo y el stress no me dejan dormir. Siento los minutos pasar hasta convertirse en horas. Pero necesito dormir. Estiro el brazo y recojo el blíster, los caramelos pasan por mi garganta. Caigo en un sueño profundo.
Abro los ojos. Algo se cayó en el baño. Cuando voy a levantarlo veo más repisas de las que puse. ¿Cómo llegó eso ahí? Veo mi reflejo en el espejo. Mi larga melena ahora sólo me llega poco más arriba de los hombros. Pequeños reflejos azules finalizan las mechas.
Miro fijamente el frente ¿Quién movió el espejo y el tocador hacia el costado? ¿Quién cambió el color de las cortinas? La única copia de la llave se encuentra en otra provincia.
Frunzo el ceño. Creo entender lo que pasa. Miro mi mano derecha y cuento mis dedos.
Seis.
Sonrío y corro.
No me molesto en tratar de leer los cuadros.
Ya nada importa.
Salto en limpio la barandilla. El aire golpea mi rostro.
Libertad.
No cuento. No sufro.
Vuelo.
-Electra Calipso.
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IMPERFECTA ILUSIÓN ☽ - Historia Corta
NouvellesMe toma de los hombros y me tenso, no quiero. No quiero pero me toca. Siento fuego en el pecho, manos recorriendo mi cuerpo. Estoy indefensa, lo sabe, lo aprovecha. Sabe que no puedo hacer nada contra él. Juega conmigo, consciente del miedo que inu...