Darse cuenta

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Se había acostado con Superman. En realidad, se había acostado con el reportero Clark Kent que era en realidad Superman. Bruce se llevó una mano a la boca y colgó el teléfono.

Había tenido un buen revolcón, como los que solía tener Bruce Wayne. Se había quedado dormido abrazado a Clark toda la noche, pero al despertar, recordó que debía mandarle un mensaje a Superman, cosas de la liga. Lo que nunca imaginó fue que al marcar el número del hombre de acero, que nunca había rastreado por respeto a su amistad, el teléfono de Clark comenzará a sonar. Se levantó a dar una vuelta, sin poder evitar mirar a la pantalla del teléfono de su amante. 

Batman. 

Se había congelado en su sitio y colgó, viendo que el teléfono del reportero hacía lo mismo. Volvió a llamar, viendo como se encendía. Y como que si no hubiera sido el detective más ingenioso del mundo, hizo lo mismo unas diez veces hasta que sus neuronas reaccionaron y se dieron cuenta de la situación. ¡Y por Hera! Como hubiera dicho Diana, ¿Quién registraba en su teléfono particular a Batman? Bueno, él tenía uno especial para la liga y lo llevaba encima ¡Pero ese no era el punto! Respiró profundo, sintiendo su corazón latir a toda prisa por el nuevo descubrimiento ¡Se había acostado con superman! y no solo eso, ahora sabía el mayor secreto del que era era su mejor amigo. Se vistió, se fue, desapareció. Luego, se sintió culpable. 

   

Todo había comenzado aquella noche. El foco de la cámara seguía su figura por todo el lugar. Un destello hizo saber que la foto había sido hecha y el autor de la misma miró la pequeña pantalla contento con su resultado. La masa de personas le empujaba de un lado a otro pero aún así no le importó, tenía la foto que necesitaba para su nuevo artículo sobre el multimillonario, playboy y filántropo más solicitado de Ciudad Gótica. A empujones y trompicones, Clark salió del tumulto de reporteros que exigían, al igual que él, una foto de Bruce Wayne. 

Suspiró. Ya había conseguido suficiente del discurso que había dado y tenía demasiadas buenas fotos, no tenía nada más que hacer en el lugar, así que lo mejor sería ir a casa para poder tirarse en su deliciosa cama y respirar tranquilidad por fin. Al menos eso planeaba, de no ser por las alarmas que se activaron anunciando al villano de turno que venía para arruinar la ‘fiesta’. La multitud aterrada dejó que se mezclara entre ellos y así, poder convertirse en Superman. 

Voló por encima de todos, la muchedumbre solo corría y gritaba entre emoción y terror, los flashes de las cámaras de los reporteros que estaban allí no se hicieron esperar intentando captar una buena pose del súper hombre. Él sonrió, aunque no por mucho tiempo cuando vio a ¿El Joker? La risa estruendosa no se hizo esperar, se quedó descolocado por un momento ¿Qué hacía él allí? Esta no era su ciudad. Se acercó, dispuesto a jugar su papel de superhéroe, pero Batman apareció de repente llevándose al Joker de una patada. 

—¿Batman? —Preguntó un poco consternado, acercándose a su compañero. Hacía algún tiempo que la liga de la justicia se había formado y habían tenido algún momento más tranquilo para intercambiar palabras, aunque la mayoría de las veces lo hacía  solo él, porque el hombre murciélago no era ningún tipo de ser sociable. 

Estorbas — Debería dolerle, pero estaba acostumbrado a las palabras duras del hombre. Tan solo rodó los ojos. Estaba seguro que sus palabras solo eran malas bromas, y eso, aunque sonara extraño, le encantaba del otro, porque siendo sinceros ¿Quién no pondría sus ojos y pasiones en Batman? Seguramente solo él.

Todo terminó lo suficientemente bien para ambos, con el Joker siendo llevado de vuelta a Ciudad Gótica y con Batman frunciendo el ceño como siempre lo hacía en un techo mientras veía la escena. Los latidos de su corazón estaban alterados, casi se atrevería a decir que el hombre estaba agitado. Le hacía recordar al ritmo del corazón enamorado de Lois cuando veía a Superman. Era, en un sentido extraño, agradable, y por un momento se imaginó la errática y extraña escena del hombre murciélago alterado por su presencia. Casi un sueño. 

El latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora