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Ross Lynch

Estaba consciente que dije que nunca la dejaría porque nuestras manos encajaban como mi camisa tengo la lengua atada con dos palabras, maldición parecía que corriera en pensamientos que hacen doler mis pies porque nuestros cuerpos se entrelazaban al igual que nuestros labios, porque daría todo por intentarlo otra vez con Aria. 

Yo sabía que había cometido una estupidez, y también estaba consciente que tenía esposa, una hermosa esposa que había dejado en casa y yo había salido con la vaga excusa que iba a un desayuno con sus hermanos de reconciliación. 

Una pequeña mentira. 

Porque yo me encontraba justamente hablando con Aria, arrepentiendome de haberle dicho que le quitaría a nuestra hija... Rosalie. 

El nombre que le había escogido mi pequeña era demasiado lindo, y agradecía que podría combinar el nombre de su hija con el mío. Pero había dicho inconscientemente lo de quitarle a su hija. 

Porque no era capaz. No iba a dejar a su hija sin madre le partiría el corazón ver a su hija llorar porque no tenía a su mamá, pero cuando yo lo dije tenía demasiado miedo de no poder ver a su hija, porque quería conocer a su primogénita porque si sus cálculos no fallaban, Rosalie Dumont había nacido antes que su difunto hijo. 

Yo estaba consciente que había dejado sin habla a Aria, quien ahora solo me miraba confundida, y es que solo mi familia sabía del fallecimiento de su hijo, y los medios de Australia, quien no había hecho viral la noticia porque no había llegado a oídos de Aria.

"Siento tanto lo de tu hijo."

Murmura Aria, luego de haberle contado a lo que me refería que no quería perder a otro hijo, porque moriría de tanta decepción, porque no había sido un buen padre. 

"El perdió la lucha, pero fue un gran niño, hice que sus cinco años de vida fueran buenos." Aria asiente mientras quita unas cuantas lagrimas. 

"Me moriría si le pasara algo a Rosalie." Murmura colocando una mano en su pecho, yo suelto un suspiro mientras colocaba una mano en su rostro.

"Quiero conocerla por favor." Yo coloco mi cabeza junto a la de ella para verla fijamente a los ojos, Aria cierra sus ojos y suelta un sollozo. 

"Yo te presentare, todo con calma, no quiero que mi pequeña se altere, quiero que tome esto con calma porque se que no se lo voy a poder ocultar para siempre." 

Yo acaricio su mejilla y asiento, ella abre sus ojos, suelto un suspiro y rogaba que lo que iba hacer a continuación ella no lo rechazara. 

Muerdo mi labio para acercarme a ella lentamente y poder sentir sus pequeños labios chocar con los míos, Aria pega un pequeño brinco cuando tomo su cintura, ella coloca sus manos en mis brazos y juraba que me iba a empujar, pero ella empieza a mover sus labios, está era mi pequeña. 

"No más..." Dice ella para separar sus labios de los míos. "No lo vuelvas a hacer por favor." 

Ruedo los ojos. 

Ella quería que lo volviera hacer. 

"He dejado sola a Rosalie en el patio trasero, puedes pasar pero deja que yo hable primero."

Aria abre la puerta y me deja pasar, me coloco detrás de ella y dejo de caminar al notar a la pequeña niña correr, mi corazón se encoje. Era mi hija. Aria para de caminar al notar que yo ya no  la seguía, suelta un suspiro. 

"Todo estará bien."

"¿Y si... me rechaza?"

"Es lo más probable."

La miro. 

"Aria." 

"Es broma." Ella empieza a reír, y ahora quedo encantado de ella. 

¿Como demonios la había dejado ir?

"Anda camina." 

Dice tomando su celular y caminar hasta la puerta corrediza que daba hasta el patio trasero. 

Aprieto mis manos, todo iba a salir bien, rogaba que todo saliera bien, porque no quería el rechazo de su hija. 

"Hola mami, has tardado mucho." Grita la pequeña dejando su bola de nieve en el suelo y camina hasta Aria que dejaba su celular en una silla. "¿Quien tocaba la puerta?"

Y yo solo quería abrazar a su familia. 

Porque ambas eran su familia. 







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