Capítulo XXI

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El sol estaba poniéndose de a poco, muriendo junto con la tarde. El cielo se coloreaba de naranja, y JongHyun cerró los ojos cuando una brisa rozó su cara. Destensó los hombros y sonrió suavemente con la mente en blanco.

Ese siempre sería su lugar favorito.

Guardó las manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla y suspiró profundo. Hacía tres días había cumplido veintiocho años. TaeYeon le organizó una reunión entre sus amigos y JongHyun comió tanto pastel y dulce como pudo que tuvo una indigestión al día siguiente. Y, al igual que el año anterior, JinKi no lo había felicitado.

Suspiró mientras veía hacia abajo, hacia la ciudad de Seúl, iluminándose de a poco. JongHyun estaba en un peñasco, el lugar de favorito de JinKi y él cuando estaban juntos.

Ya era un año desde que lo que hubo entre ellos se había terminado. Ya no dolía como al inicio, pero todavía lo hacía. Continuaba sintiéndose culpable. Sin embargo, no estaba molesto por ello. Sabía que lo tenía bien merecido aunque a veces se quejara de estar solo. Le bastaba con saber que JinKi era feliz.

O eso mostraban sus fotos.

Al final, no pudo dejar de seguirlo en redes sociales. Fue así cómo supo del premio que ganó en enero. Realmente no recordaba de qué era, pero lo hacía sentirse orgulloso. Suspiró al pensar en que ya no tenía derecho a sentirse orgulloso por el publicista.

Sentía que no tenía derecho siquiera de pensarlo.

Estaba tan ensimismado que no sintió el ruido de un auto cerca, los pasos de una persona caminando hacia él y ni cómo se acercaban a la banca.

—No creí encontrarte aquí —habló JinKi en voz alta, causándole un respingo a JongHyun.

El menor se llevó una mano al pecho y se giró de prisa para verlo. El publicista rió por su expresión y lo miró sonriente. JongHyun también sonreía.

El escritor disfrutó durante el tiempo que pudo de cómo los ojos de JinKi se perdían al reír y cómo su perfecta dentadura aparecía. No se preocupó que el sol tras él muriera porque tenía uno en frente.

—Me has dado un susto —confesó acercándose unos pasos.

—Ese era el objetivo.

—¿Matarme de un paro cardíaco?

—No. —JinKi se cruzó de piernas, riendo—. Si quisiera matarte bien pude haberte empujado. Ni me escuchaste llegar.

Se quedaron mirando por un momento, disfrutando del silencio cómodo que de pronto los rodeó. No se habían visto en meses, la comodidad era extraña, pero bien recibida de todas formas.

Habían cambiado, era notorio. Se veían más maduros, más tranquilos. Los ojos de JinKi ya no eran dos pozos de tristeza, y eso alegró al menor, disminuyendo un poco su culpa. No se perdonaría que el otro continuara sufriendo por su causa.

Hacía muchísimo tiempo atrás se habían prometido, en silencio, entre caricias, entre besos, entre frases a medio decir y entre palabras, que estarían en la vida del otro para verlo crecer, para ayudarlo, para quedarse a su lado y ser su apoyo. Para crecer juntos, y aunque eso había sucedido durante algunos años, bastó un accidente para que todo acabara. Aunque en realidad no había sido culpa del accidente. Fueron las acciones de JongHyun, cada decisión que había tomado, cada señal que había ignorado, cada gesto malinterpretado. Todo fue por él, y se había resignado.

De todas formas continuaba pensando que la manera en que perdió la memoria era estúpida.

—Has recordado el lugar —comentó JinKi, cortando el contacto visual. La mirada del castaño era intensa, y no podría continuar sosteniéndosela por mucho tiempo más. Miró desde su lugar hacia la ciudad, las luces de los edificios encendidas y convirtiéndose en pequeños puntitos.

Recuérdame | JongYuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora