Marinette da un paso hacia atrás, la blanca piel de la chica se cubre de una delgada capa de sudor frío. Su boca se reseca y sus dedos tiemblan. Ella está aterrada. Logra divisar una sombra delgada con el rabillo del ojo, y un escalofrío recorre su...
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Marinette.
Debido al miedo, tome entre mis manos un cuadro que se encontraba en una de las paredes de la habitación y sin pensarlo dos veces, lance este sobre aquel chico casi visible. Quede estupefacta. al observar como el objeto fue traspasado por el cuerpo del contrario. Era imposible.
El pánico me invadió, el chico dirigía su mirada hacia mi confundido. Me agache un poco sin apartar los ojos de él, tome una escoba que se encontraba en el piso, y me fui acercando con las manos temblando, paso a paso hacia la figura que estaba enfrente de mí.
—¿Q-quien eres tú?...—Pregunte mientras colocando la escoba sobre mi hombro, él solo me miraba.
—¿Acaso puedes verme? — Dijo asombrado el contrario volteando su cuerpo hacia mí, apoyando sus manos sobre la ventana. Esa mirada me hizo sentir incómoda, me examinaba sin discreción alguna. Creo que él tampoco puede creer lo que sus ojos están viendo.
Ladee la cabeza extrañada —Si no pudiera verte no estaría dirigiéndome hacia ti con una escoba a punto de lanzártela.—Comente acercándome de apoco hacia el chico. Sus hombre se alzaron sobresaltado y su boca se abrió ligeramente.
—No es posible...—Susurro lo suficiente fuerte para que yo lo detectara. Él cerró los ojos con una expresión rara, una mezcla de sentimientos muy intensa, aún dudando de toda la situación. Una mano resguarda en su frente, levantando su flequillo pintado.
Aproveché el momento de descuido y fui corriendo a él, mis pisadas eran torpes por miedo que sentía. Intente golpear al contrario frente a mí.
Pero la escoba solamente atravesó su cuerpo. El mayor salió de su trance y miro mi ridícula cara anonadado causándole una sonrisa al muchacho. Pestañe reiteradas veces confusa, asimilando lo que acaba de pasar.
Él se levantó de la ventana, este no tocaba el piso, parece como si estuviera volando. No, no, no, me corregí internamente. Es como si el chico existiera más allá de esta realidad.
Se acercó a mi, tocando mi hombro. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, no podía sentir su tacto, solo un frío constante en esa área donde su mano transparente esta sobre mi. Dirigí mi mirada al rostro semi-visible, noté como tenía su mirada fija en mí.
—¿Realmente puedes verme? —Dijo fascinado el contrario. Con solo escuchar esas palabras, solté otro grito el cual sonó por toda la casa, corrí a la puerta. Traté de abrirla, pero gracias a mi mala suerte, estaba trabada.
Pude escuchar como unos zapatos corrían por las escaleras, me sentí agobiada, hasta que alguien abrió de golpe la puerta.
Por suerte era mi querida madre, verla hizo que el miedo se fuera.
—¿Qué pasa Marinette?—Pregunto acercándose a mi, abrazándome para tranquilizarme. Yo apunte en dirección al chico que aún se encontraba en la habitación; mirándonos con nostalgia.
—¡Mamá hay alguien en mi habitación! —Mi madre se giró alarmada hacia donde apuntaba. Ella levantó una ceja confundida, para luego volver a mirarme.
—Marinette, allí no hay nadie. —Soltó en tono preocupado.
Con solo esas palabras, sentí todos mis músculos tensarse y miré de reojo al chico detrás de nosotras, con por un enorme nudo en mi garganta.
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