4

3 0 0
                                    


-mi nombre es Tomas, ¿quieres jugar conmigo? – una ligera lagrima callo sin previo aviso y la sequé tan rápido como pude. No era un sueño, alguien me estaba hablando, se dio la vuelta y le paso lo pelota a unos niños que estaban detrás de él, se agacho a mi altura y me sonrió con sus dientes de leche que en aquel momento se me hizo el gesto más cálido de todos.

- ¿cómo te llamas? -me extendió una mano y yo la tome, con fuerza me jalo para enfrente ayudándome a levantarme, la diferencia de estaturas se hizo presente, yo nunca fui de gran estatura, pero en mi defensa, él era exageradamente alto.

-Elizabeth- llevaba el nombre de mi abuela, siempre me gusto ese nombre, mi abuela me decía que yo era la princesa Elizabeth, aunque siempre me llamaron Betty.

- ¿porque estabas triste? - la intriga en sus ojos se hizo presente y yo solo pude desviar la mirada, nuca me ha gustado hablar de mis problemas con las demás personas. Al notar mi ausencia de palabras me dio un leve empujón en el hombro y sonrió –¿sabes lo que mi papa hace cuando estoy triste? - una chispa se hizo presente cuando menciono a su padre, algo que me hizo intrigarme más.

- ¿qué? - extendió sus manos y yo las tome, se dio la vuelta y me levanto por su espalda haciendo una especie de caballito, empezó a simular rugidos y yo empecé a reír.

-soy un dinosaurio!!- hubo más rugidos de su parte y sonrisas que se volvieron carcajadas de ambos, ya no había lagrimas solo risas.

Ese día en mi pecho se plantó una semilla, el planto una semilla sin saberlo, esa semilla que se convertiría en un árbol que nunca daría frutos, y que dolería como el demonio al talarlo.

cuando el amor te jodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora