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La madre de Sam era estilista y su padre tenia un puesto en una empresa de el gobierno así que tenía dinero, ella y su caracter obstinado, siempre tenia algo que no le gustaba en las personas, y con Tom era igual pero sus quejas se multiplicaban por mil, se la pasaba criticando sus falsas sonrisas y su extraña forma de insultar a las personas pero simplemente en ese momento de nuestras vidas ninguno tenia control total sobre nuestros sentimientos y estábamos tan enfrascados en nuestras propias vidas que no entendíamos los matices de los otros, que Judith no lo tenía todo, Roví, no era tan buen futbolista, Eric no era el mas guapo del salón y Tom no era el chico perfecto que todo el mundo creía, que yo creía que era.

Sam era mi única amiga así que yo odiaba a las personas que ella odiaba y viceversa, pero nunca pude odiar a Tom, algo dentó de mi me decía que el era el indicado, así paso cuarto año, fingiendo odio sobre Tom y piyamadas que se terminaban a las cinco de la mañana. Quiero pedir disculpas por adelantado pero allegar a este punto, todo se vuelve un poco mas complicado de explicar y es muy probable que me valla por las ramas de a historia, aclarando esto, aquí empieza mi segundo gran castigo divino que me gusta llamarle, el cambio.

cuando el amor te jodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora