Las luces estaban prendidas. No me imaginaba quién podría haber entrado. Con tanto
tiempo fuera de casa no hubiese sido extraño que alguien viniera a usurparla. Las flores
estaban brillantes, aun ante la sombra del ocaso que ya estaba asomando. Los raspones que
tenía en los brazos, las zapatillas sucias y la ropa llena de tierra, sumado a la transpiración
que corría por mi sien hacían de mi la imagen perfecta de una extraña. Los vecinos me
miraron con bronca, como no pudiendo reconocerme. Algunos tomaron sus celulares, como
llamando vaya a saber quien. Esperaba que no le dijeran a la policía. Porque yo sólo quería
entrar a mi casa. Sólo quería bañarme y poder relajarme, mirarme al espejo, recordar mi
cara. ¿Era tanto pedir, señores vecinos? -A esta hora no vas a tener éxito- me dijo la señora
de al lado, María, que siempre me prestaba herramientas para cuidar mi jardín. -¡María! Sé
que estoy impresentable, pero si entro a su casa puedo pasar a la mía saltando el tapial de su
patio. Es bajo, hace años que me dice que va a elevarlo y creo que el destino no se lo permitió
por algún motivo. Ese motivo es hoy. María, me usurparon la casa. No tengo mis llaves, ahí
adentro están mis cosas, siendo usadas por otra persona, está mi espejo. Tengo que entrar.
María, soy yo. ¿No se acuerda? Seguro sigue convencida que no tiene que tomar la
medicación para la memoria, pero sus hijos saben lo que hacen. Tiene que hacerles caso,
¿Eh? Déjeme entrar.- Ninguna palabra de todo mi extenso discurso había valido la pena.
María me miraba con desprecio, y lo único que me dijo fue: -Nunca sale a esta hora. Si
querés entrar, vas a tener que esperar hasta mañana.-- El ruido de la puerta cerrándose me
bloqueó. Quedé totalmente frustrada. Caminé hasta la plaza que estaba a media cuadra de mi
casa, y encontré un árbol donde poder amanecer. Al día siguiente esperé a la hora exacta, a
las 14:15, y marqué su número en mi celular, parada en la ventana de mi casa, observándola
tomar el celular. Ahí fue cuando le golpeé la ventana dos veces, y al verme, se asustó y abrió
los ojos sin entender lo que pasaba. Me atendió en el celular, y nos quedamos en silencio un
momento, mirándonos a los ojos a través del vidrio. Pero el silencio se rompió, y armándome de valentía, solté la frase que tanto había ensayado bajo el árbol, durante toda la noche...
-Tenemos que hablar..
.
.
.
.
Muchas gracias a cada lector.
Erika.
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Deja Vu
Mistério / SuspenseHistoria corta. Narrado en primera persona por la protagonista de una historia circular, que deja sabor amargo y de intriga párrafo a párrafo. Límites difusos entre diferentes mundos que lo único que hacen es regresar al mismo punto de partida y vol...