Cuarta parte.
4. El chico.
Apenas había podido dormir esa noche, con la mente ocupada con cosas sin importancia y problemáticas adolescentes con las que aún no he aprendido a lidiar. Así que cuando finalmente lo consigo, es en realidad un alivio para mi vieja cama rechinante, semi oxidada por el calor húmedo, que mis vueltas sobre el colchón se detengan. Lamentablemente, mis ojos volvieron a abrirse y mi mente se recuperó de la inducida inconsciencia temporal tan pronto como descubrí un cuerpo ajeno en la cama gemela a mi lado. Y peor fue mi insomnio después de eso.
Me enorgullece decir que es la primera noche, cuando me despierto o me desvelo en la oscuridad del cuarto, que he permanecido inmóvil eficientemente. Aunque eso signifique que la penumbra, que me impide ver lo que hay alrededor, me obligue a pensar más de lo que sé es bueno. Al menos me he asegurado de que el sujeto de rizos y cuerpo delgado vea que no quiero hablar en absoluto, aunque sepa que finjo dormir.
Fue simple cuestión de tiempo, la implacable rigidez de mi cuerpo y casi toda mi fuerza de voluntad para que el propio sueño presionara mis ojos hasta dejarme dormido el resto de la noche. Lo cual no sólo había sido un claro alivio para mi cama vieja. Sino también para mí y las amoratadas medias lunas que marcan mi rostro y que, de manera muy pobre, ruegan a gritos un descanso efectivo y duradero.
Para cuando volví a despertar, aproximadamente seis grandiosas horas de sueño después, descubrí satisfecho que el sol ya había salido. Pero no me levanté tan pronto como lo hice. Porque el chico de la cama contigua continuaba en ella, cubierto hasta los hombros por las mantas y la boca rosada levemente abierta sobre la almohada. Trago saliva con fuerza cuando me permito descubrir, a mi paso, que el chico en cuestión es demasiado atractivo para continuar con mi tranquilidad diaria. Lo que es equivalente a mi persistente negación sobre el terrible hecho de que los hombres provocan mucho más en mí de lo que en verdad quiero saber.
—¿Temo?
Me sobresalto cuando ahí, frente a mí, ya no puedo notar rastro alguno del chico en cuestión. En cambio, una familiar cabeza rubia e impresionantes ojos verdes cubren todo lo que me permitían ver apenas unos segundo atrás.
»¿Quién es él, Temo?—susurra mi hermana, desde su sitio fuera de mi cama, sonando curiosa e intrigada. Como si me estuviera preguntando sobre un secreto o un tesoro escondido, casi emocionada— Si mi mamá descubre que trajiste a alguien en medio de la noche te matará.
Gruñí entonces, y el bulto bajo las mantas de la otra cama se removió cuando lo hice. Lupe chilló del susto y saltó sobre mi cama, mirando tan expectante como puede con su tierno rostro oculto detrás de mí, en mi espalda. Cuando el chico volvió a quedarse quieto, las cobijas bajaron hasta la mitad de su torso y la cara mirando hacia la pared contraria. Jadeé involuntariamente cuando noté que no llevaba ropa para dormir, con la piel de su torso erizándose con las ráfagas de aire entrando por la ventana.
—¡Temo, no hagas ruido!—me reprendió tan pronto como vio que el chico no iba a despertarse, aunque le tomó unos momentos más para salir de mi cama.
La habitación está vagamente iluminada para ese momento, por lo que no fue demasiado problema lograr verla levantarse sobre sus pies y sacudir su pijama como hacía Susana cada vez que su atuendo se desordenaba, limpiando con ello cualquier rastro de algo que no estuviera en su lugar. Intenté —en vano— detener una sonrisa divertida cuando también ordenó sus rizos dorados con los dedos de sus manos, incluso cuando estaba tan despeinada como alguien que acaba de despertar.
»¿Entonces?
La miré interrogante cuando intentó indagar una vez más, ganando una mirada desaprobatoria y un resoplido exasperado.
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HERMANO, aristemo
FanfictionDonde las aburridas vacaciones familiares de Temo dan un giro enorme con la llegada de Aristóteles a su casa de verano, por suerte. •Contenido Adulto. •Basado en el filme francés »Un frère« de Victor Habchy y Martin Escoffier. •Sin fines de lucro.