Mingyu

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RATA- GYUCHAN 


París es una ciudad hermosa, mucho más que cualquier cosa que Mingyu hubiera imaginado, grandes calles iluminadas con farolas que le dan un aspecto mágico, rodeadas por restaurantes y tiendas elegantes.

El chico alto ajusta su abrigo negro que se ajusta a su figura estilizada y delgada, la gente no puede evitar mirarlo de reojo, con aquel sigilo típico de los nativos. En otros momentos le hubiera incomodado pero después de haber vivido por más de 5 años en ese lugar era algo a lo que estaba acostumbrado.

Sujeta con fuerza su bolsa de comestibles, esquivando a un citadino que corre desesperado hacia un lugar desconocido, algo extraño en esa ciudad donde todos parecen tener calma e ir a tiempo.

Sale de las calles principales, siendo recibido por la oscuridad, la falta de lámparas y una vista más sucia. Cajas de maderas amontonadas en las paredes en conjunto con varios botes de basura que no han sido recolectados. El chico de piel trigueña se vuelve a prometer que en cuanto su restaurante consiga un poco mas de estatus se cambiara de vecindario.

Cruza el puente que esta sobre un pequeño rió y como se esperaba hay varios indigentes debajo, alrededor de lo que parece ser un tambo con fuego, el los ignora, o eso pretende hasta que escucha un fuerte chapoteo. Se detiene para mirar de donde proviene el sonido solo para ver a lo que parece un niño, con la mitad de su cuerpo en el agua, a sus alrededor 5 niños quienes se acercan amenazadores.

No es asunto suyo, y en otra situación hubiera seguido su camino pero el destello del metal lo detiene, uno de los chiquillos, aquel que está al mando se acerca al chico empapado quien intenta salir de las aguas frías y insalubres.

No sabe porque pero de un momento a otro está corriendo puente abajo, bajando con cuidado por el lodo resbaloso del desnivel, derrapando un poco en el pasto.

- ¡Hey! ¡¿Qué creen que están haciendo?!

Eso llama la atención de los vagabundos alrededor, pero como paso con el posible ataque que se hubiera efectuado, lo ignoran. Los chicos salen corriendo no sin antes hacerle gestos obscenos que el Mingyu ignora.

El chiquillo frente a el esta temblando y su salvador no sabe si es por el frio filtrándose en sus huesos, cosa muy fácil con esa camisa blanca que con el paso del tiempo se ha tornado en un gris, o porque casi fue atacado con una navaja.

-¿Estás bien?

El desconocido lo mira confundido, y sus al estar cerca sus rasgos son reconocibles para Mingyu, Ojos rasgados, complexión flaca y cabello liso azabache.

"¿Estás bien?"

Pregunta en su idioma natal, la expresión del niño se ilumina, por fin entiende algo en este lugar desconocido.

"Si, yo solo..." parece pensarlo unos momentos pero está perdido, Mingyu lo ve en su mirada, su expresión aliviada cambia, pasando de confuso a asustado para terminar en una expresión de tristeza, como si estuviera a punto de ponerse a llorar. "No sé, yo no..."

Su respiración comienza a acelerarse, al igual que su mente mientras intenta expresar todo ¿Cómo podría? Hay tanto que contar pero no está seguro de que el señor frente a él quiera oírlo, no tiene porque, el solo hizo la buena obra de salvarlo, el desconocido ha hecho más por el que, que cualquier persona en su vida.

Las lágrimas resbalan por las blancas mejillas del chico, al momento que niega, empezando a alejarse, dispuesto a correr. Aquel instinto de supervivencia que le ha ganado su apodo; rata.

MAKNAE'S BOYS- ChanHaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora