Al fin era viernes, el último día de clases de la semana.
Crucé la puerta de entrada de mi escuela secundaria con todas las ganas de que el día pase más rápido que los cuatro anteriores. Estaba muy cansada. Había sido una semana totalmente intensa. Exámenes, discursos, tareas y más tareas.
Y las cinco horas de clases que tenía el Bendito Viernes terminaron.
Crucé la puerta para salir última, ya que me había quedado copiando los apuntes que me había entregado el profesor.
En mi caminata a paso vivo algo hizo que camine más y más lento. No era ningún problema físico, o en verdad si. Mis ojos miraron un solo punto. Sentí que mis piernas se debilitaron y dejaron de caminar. No reaccionaba a ningún estímulo y eso ya no importaba, porque si moría en ese instante había visto lo más lindo en la faz de la Tierra.
Puede sonar a cualquier novela romántica, pero había sido un flechazo. No se si Cupido o el Karma habían actuado a mi favor en este día, que no era el mejor de todos. Imaginate, pleno Noviembre (debajo del ecuador es primavera y siempre hace calor y las lluvias son algo de lo más común). Hoy era uno de esos días. Caluroso y una gran nube estaba sobre mi cabeza. Y la de él.
Para mi fortuna, lo que deleitaba mis ojos pasaba justo al lado mío, porque repentinamente mi bolso fue más pesado que yo, en consecuencia caí dolorosamente en la vereda gris que rodea al instituto, llamando toda la atención de él.
Cerré los ojos para tratar de olvidar el dolor que sentí y cuando estaba por empezar a llorar él me estaba ayudando a levantar y dijo algo que no comprendí. Lo único que entendí es que ese chico, del cual me había enamorado a primera vista en milésimas de segundos, estaba tomándome por la cintura con tanta dulzura que casi caigo otra vez.
Una vez de pie escuche su voz. Esa voz...tan solo recordarla me eriza la piel. Tan varonil, sexy y tierna al mismo tiempo.
-Hey! Estas bien?- me hablaba entre risitas - quieres que te ayude en algo?-
-No, muchísimas gracias - comencé a reír y él también.
-Si me dices que en verdad te encuentras bien te dejaré caminar y me iré al instituto, porque después de semejante caída yo no reiría- dijo haciendo cara de preocupación- Cómo te sientes?
-Puedo decir que bien- reí - puedes ir tranquilo a clases, de seguro llegas tarde.
-Sí, tienes razón, ya me voy- comenzó a caminar con ligereza y me dijo ya a lo lejos- si caes así otra vez puede que no esté para ayudarte, ten cuidado por favor!- mi cabeza comenzó a fantasear un futuro con el, que es todo lo que una chica de 15 años hace cuando se enamora- Adiós-gritó.
-Gracias y adiós!- respondí con tal entusiasmo que no pude caminar sin mirar atrás para observar su perfección.
Descanse hasta que entró por la puerta de madera gigante del instituto. Cuando sólo quede yo sola en la calle, mire mis lastimaduras, que no eran tan malas como creí.
Caminé hasta mi casa, que por cierto no estaba lejos. Al llegar, me hundí en el sillón del living a pensar.
¿Quién diablos era ese chico?
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Lluvia de Noviembre (pausada)
Ficțiune adolescențiSiendo una chica normal, Lana, cursa el cuarto año de nivel secundario. Su vida estructurada y monótona hace que necesite ayuda y atención. Un día de noviembre su vida cambio completamente, dándole un giro inesperado a su manera de ser.