Había dos personas más allí, contemplando a la chica de un modo en el que solamente lo haría alguien que sabe que no va a ser descubierto. Una de ellas era una completa desconocida. Más baja que Stella, morena y de abundante pelo castaño. Estaba observando a Layla con una curiosidad que resultaba casi cómica. Fue la otra individua, sin embargo, quien hizo que la chica apretara los labios y se ocultara tras la puerta otra vez, tratando de que no se la oyese moverse, ni respirar.
Porque allí, vestida con pantalones negros y una camisa estampada, estaba Neslihan, apoyando sus codos sobre la barandilla y una media sonrisa en la cara.
—¿Así que sube a comer aquí todos los días? —estaba preguntando—. ¿Sola?
Stella apretó aún más los labios, porque a pesar de sus estupendas cualidades como espía no había sabido de aquello antes, pero la otra persona debió de asentir, porque se escuchó una especie de murmullo quedo, seguido de más palabras.
—Eso parece. Es un buen sitio; se está bien aquí, ¿no crees? Las vistas son buenas; me gustan. ¿No opinas que...?
—Sería fácil —la interrumpió Neslihan de pronto, con un tono de voz repentinamente suave—. Tan fácil.
La otra voz tardó un poco en responder, y Stella se arriesgó a moverse, a apartarse de la puerta sólo un poco para poder mirar.
—¿El qué sería fácil? —preguntó la desconocida, pareciendo tan genuinamente confusa como Stella se sentía ahora misma.
—La Rueda ha marcado a esta pobre chica —replicó Neslihan sin dejar de sonreír, señalando a Layla, quien obviamente no las veía, con una mano—. Cuando muera, se convertirá en una de ellas, ¿no? ¿No sería más sencillo transformarla en una de nosotras?
—Selina dijo que... —comenzó la otra mujer, pero Neslihan hizo un gesto con una mano y se alejó de ella, acercándose más a la morena y sacudiendo dicha mano delante de su cara. Como era de esperar, ésta ni siquiera pareció inmutarse.
—Selina dice muchas cosas, pero hacer lo que yo digo nos ahorraría problemas. Si la chica muere como tiene que morir, se convertirá en una Reminiscente. Pero si me pongo justo aquí, me materializo, y la empujo para que caiga y se rompa el cuello contra el asfalto, pasaría a ser una de nosotras, siempre y cuando los monstruos no la devoren antes. ¿No nos quitaríamos así a una enemiga? Y ganaríamos una aliada, incluso. ¿No te parece que todo serían ventajas?
Su acompañante pareció consternada.
—¿Nadie te ha mencionado nunca que matar a la gente gratuitamente no está bien?
Esta vez fue el turno de Neslihan de observar a su interlocutora con una mueca de fastidio supremo en el rostro.
—A veces eres exasperante, Flora. ¿Por qué se supone que estás en el equipo de las chicas malas si ni siquiera eres mala persona?
—¿Porque nadie me dijo que tuviera que ser mala persona cuando acabé aquí? —la desconocida contrajo levemente el rostro una mueca de disculpa y le puso a Neslihan una mano en el hombro—. De todas formas, deberíamos irnos. Nuestra líder dijo que sólo teníamos que encargarnos del reconocimiento y...
—No —la chica se zafó del agarre y apoyó las manos en la barandilla metálica, esbozando una sonrisa que, aun desde donde estaba Stella, lucía absolutamente peligrosa. Era la misma que había puesto antes de atacarla a ella cuando la había visto por primera vez. En el momento en el que había estado a punto de partirla en dos con uno de sus rayos—. Me lo estoy planteando seriamente, ¿sabes? Abrir un boquete en esta barandilla y...
Como si pretendiera probar sus palabras, Neslihan entornó los ojos y Stella pudo ver cómo sus dedos, se cargaban de electricidad estática, recorriendo la superficie metálica conductora con celeridad. Fue entonces cuando Layla, que hasta aquel momento había estado sumida en su propio mundo, ajena a la escena que se desarrollaba en otro plano, soltó un grito ahogado y se levantó de un salto, frotándose la mano que había tenido apoyada contra la barandilla con dos dedos.
ESTÁS LEYENDO
Reminiscencia 【SunFire】
FantasyStella soñó. Soñó con las sirenas de las ambulancias, con el calor asfixiante sobre la piel. Soñó con una chica hecha de fuego, con un grito sobre el silencio; con otra mujer, de rostro muy joven y ojos muy cansados, leyendo la etiqueta que alguien...