◖Capítulo 1◗

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Caminaba entre los enormes árboles de aquel bosque que no recordaba.

Tampoco sabía en que estación se encontraba, hacía mucho que no se interesaba en trivialidades como esa. En aquella fría tierra siempre parecía haber un eterno y frío invierno.

Llevaba días deambulando por aquella fría nieve que él no parecía sentir. Caminaba impulsado por la venganza, esperando encontrar a cualquier esbirro de ropajes rojizos, símbolo de quienes seguían a la emperatriz.

No muchos conseguían adentrarse en las tierras nevadas al no estar en absoluto acostumbrados a las temperaturas.

Y aún así habían conseguido la mitad de su Reino.

Si siguiese en sus años de Academia se habría preocupado desde el principio e intentaría mediar con el Imperio solo con diplomacia. Podría haber pedido ayuda a Claude o al profesor, se les daban mucho mejor esos temas.

Habría sido fácil detenerlos junto a sus compañeros de clase, supuso. Siempre habían destacado por su fuerza entre las tres casas de la Academia de Oficiales, podrían haberlo intentado.

Podrían haberlo intentado.

Una lástima.

Los muertos no pueden seguir luchando.

◆◇◆

Lo único que se había cruzado por su camino era algún que otro cervatillo. Ni siquiera un ladrón con el que calmar su ira.

Seguía andando entre la nieve, arrastrando su enorme capa azulada. Sentía leves pinchazos en la cuenca vacía de su ojo izquierdo. No le dió ninguna importancia acostumbrado a ello. Era un pequeño signo con el que sabía que pronto volverían sus demonios.

Fantasmas de sus compañeros caídos, reprochándole el no haber hecho nada por salvarlos.

Dedue había muerto por él, hace solo unos días. Él era quien debía morir ejecutado ante quienes habían sido sus súbditos. No su amigo, el no lo merecía y menor por salvar a una bestia como él.

Su fantasma aún no se había aparecido ante él pero sabía que tarde o temprano lo haría, como los fantasmas de sus jóvenes compañeros.

Como quien ahora se encontraba ante él.

Entecerró su único ojo y paró su andar. Seguro ya había salido del territorio Blaidydd pero no sabría decir si se encontraba en las tierras de Fraldarius o Galatea.

Una joven mujer había aparecido ante sus ojos.

"Hola, Majestad" Susurró, con la linda voz que recordaba que tenía. Su cabello era más largo de lo que recordaba pero seguía llevando su uniforme de la Academia.

Ella era el mejor se sus fantasmas.

"Annette" pensó, viendo la faceta de su vieja amiga.

La pelirroja sonrió, para luego llevar sus dos manos a su pecho, justo a su corazón no latente. Sangre comenzó a brotar poco a poco de su pecho.

Las primeras veces de aquella aparición se abalanzó hacia la alucinación intentando tapar la herida y detener el sangrado. Ahora, solo miraba.

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