Katsuki oía, del otro lado de la pared, cómo su tía Inko terminaba de firmar miles de papeles.
No le importaba, ya sabía de qué trataban aquellas charlas privadas.
Hace poco más de un mes, sus padres habían fallecido por un accidente automovilístico, quedando huérfano a la edad de catorce años.
Aparentemente, y según los contratos que estaban haciendo, quedaría a mano y responsabilidad de la mejor amiga de sus padres: Inko Midoriya, una mujer de un buen estatus, quién es la viuda de Hisashi Midoriya: un famosísimo detective que resolvió millones de casos imposibles de resolver.
Dinero estaba claro que no le faltaría, y amor y tacto menos; aquella peliverde era la madre de ensueño, una mujer ama de casa que era amorosa como solo los ángeles podrían serlo, honesta y noble con su palabra.
Hubiera sido un hogar feliz.
Hubiera.
Resulta que la tía Inko había tenido un engendro dos años mayor a él, y, para colmo, no sabía cómo era; Bakugō no es una persona paciente, mucho menos tranquila, ama la tranquilidad, el que nadie le esté fastidiando, pero la tranquilidad ajena se va a tomar por culo con su propia presencia.
Esperaba que aquel chico no fuera una persona habladora que se desviviera por hacer actividades y demás.
Poco a poco fue creando miles de imágenes sobre cómo sería aquel chico, sobre si sería simpático, egocéntrico, amoroso, neutro, o lo que fuere. Cerró los ojos e intentó imaginar un nuevo rostro para este chico.
Estaba tan sumergido en sus pensamientos sobre cómo sería su... ¿Primo? ¿Hermano? Que no se dió cuenta que Inko lo estaba llamando para irse a su nuevo hogar.
- Katsuki-kun, ¿vamos?- preguntó aquella dulce mujer, la cual lucía leves ojeras, poco notables, comparadas a las que tenía en la fecha de la muerte de sus padres.
- ¿Ah? Claro...- se levantó del asiento, yendo a paso lento al auto de su tía.
(...)
- sabes, Katsuki-kun, Izuku-kun es un poco antipático, así que quizás no hable mucho... Disculpalo, aunque a tí tampoco te gusta conversar demasiado.- Inko rió por lo bajo de manera amorosa, escuchando el chasquido de lengua de su ahora segundo hijo.
(...)
- ¡Izuku-kun! ¡Ya llegamos, cariño!
Por las escaleras de aquella gran casa, bajaba una silueta, cuando la luz dió en la figura, Katsuki dudó de que aquel tal Izuku llevara la misma sangre que su tía.
Es decir... Cabello verde oscuro, casi negro, ojos delineados levemente con negro y una leve sombra rosada debajo de estos, piercings en la oreja derecha, un gran abrigo negro con capucha, jeans también negros y ajustados, y zapatillas estilo Converse de... Adivinen qué color: negro.
Bien.
¿Qué se supone que era eso?
No le quedaba mal aquella vestimenta y maquillaje, podría admitir que le quedaba mejor que a otras personas; pero lo que le sorprendía era que ese chico, dos años mayor que él, y cinco centímetros menor, fuera el hijo de Inko Midoriya, una dulce mujer que solo vestía de negro para los velorios.
- Katsuki-kun, él es Izuku-kun, mi hijo...- sonrió la peli verde, notando la sorpresa en el rostro del rubio. - espero que puedan llevarse bien, ¿cierto, Izu?
- ajá...- el nombrado metió sus manos en los bolsillos, para luego volver a subir por las escaleras por las que bajó.
- oh, eh... Disculpalo, ¿si? Está teniendo algunas complicaciones... Ya vas a ver que mejorará. - intentó animar la peliverde, buscando aliviar el ambiente.
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Nuevo proyecto!
¿Y? ¿Buena impresión? ¿Pésimo? Seguro.
Bue, espero que tenga algo de reconocimiento, ya pronto actualizaré el resto xdd
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Cortes. [KatsuDeku]
Misterio / SuspensoKatsuki pierde a sus padres, quedando al cuidado de Inko Midoriya y con la compañía de su hijo: Izuku Midoriya, un chico que disfruta maquillarse y vestir ropa negra. - espera, ¿Izuku Midoriya?- preguntó el pelirrojo a su amigo. - sí, ¿qué ocurre? ...