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-Gracias por invitarme Joonie, estoy desesperada. -Nada más Namjoon abrir la puerta me había abalanzado a sus brazos, notaba como me abrazaba con fuerza y nos tabaleaba un poco hacia los lados.

-Sabes que si pudiera hubiera ido a tu casa, pero es difícil, lo sabes ¿verdad? -Levanté la mirada hacia él, aún borroso a causa de las lágrimas se veía precioso, asentí para darle la razón. -No llores más renacuaja, sabes que me duele mucho verte así.

No pude soportarlo, comencé a sollozar, tal y como lo había hecho anteriormente por teléfono.

-Lo siento Joonie, solo que no puedo más con esta situación.

Me echaban del piso en el que estaba viviendo, mi contrato había expirado y sin avisar previamente de que no lo iban a renovar habían vendido el piso, tenía dos días para mudarme. No sabía dónde ir.

-Oye, ya encontraremos algo ¿vale?
Namjoon me había ofrecido irme a su apartamento, estaba vacío la mayoría del tiempo y no tendría que pagar alquiler, pero me había negado completamente, no me permitiría vivir de Namjoon sin dar nada a cambio y él se negaba a dejarme pagar nada, “aprovecha para ahorrar todo lo que puedas”

Namjoon me arrastró hacia el sofá, olía a café y yo no podía parar de hipar, los brazos de Namjoon me envolvían y me proporcionaban el calor que ir por la calle me había arrancado.

Tenía los ojos cerrados, no quería verle mientras lloraba, me daba mucha vergüenza que me viesen así y más cuando era Namjoon. Sentí como Namjoon se separaba de mí, me abracé a mí misma, tenía frío si no le tenía a mi lado.

Enseguida mis hombros recibieron el peso de una manta, por el tacto que sentía supe que era esa manta llena de dibujitos de cactus que le había regalado por navidad el año anterior, aquella manta enorme que era capaz de cubrirnos a los dos sin problema, aquella manta que siempre tenía a un lado del sofá, fuera verano o invierno, según él porque era un bonito recordatorio de que siempre estaría para él y abrazarle, sollocé con el paso de ese recuerdo por mi mente, amaba tanto a Namjoon.

La manta daba varias vueltas a mi cuerpo, haciendo que no pudiese moverme, Namjoon me sujetó la cara y besó mi frente repetidas veces.

-Venga, abre los ojos ya, no pasa nada, soy yo, conmigo no te va a pasar nada. -Abrí los ojos justamente cuando sus pulgares pasaban por mis mejillas para secarlas, sus ojos me miraban directamente, sus cejas estaban un poco fruncidas, pero su boca sonreía, fingiendo que no estaba preocupado, que realmente iba a estar todo buen, que él estaba para mí.

Eché mi cuerpo hacia delante, aun sin tener mis brazos libres, sabía que Namjoon no me iba a dejar caer. Sentí como caía sobre su pecho, suspiramos a la vez y sus brazos volvieron a envolverme, llevé mi oreja al lado izquierdo de su pecho y busqué aquel lugar que siempre me calmaba, aquel lugar justo encima de su corazón, donde lo podía escuchar alto y claro acompañado de su respiración.

Sentí como su mejilla se apoyó en mi cabeza, como me apretaba hacia él y como caíamos encimas del sofá. Un murmulló escapó entre mis labios dejando saber que me estaba calmando, que estaba mejor, casi un “buenas noches” ya que luego me había quedado dormida.

Una voz me despertó, no lograba entender lo que decía a pesar de que la escuchaba muy cerca. “No te va a pasar nada ¿vale? Namjoonie está aquí” “Duerme tranquila renacuaja” “No te preocupes, ahora es el turno de Joonie para estar para ti, estoy aquí, esta vez sí que estoy aquí, más que nunca mi amor”.

Sentí como mi corazón se saltaba un latido, mi respiración se entrecortó un poco pero me obligué a controlarla en cuestión de milisegundos. Mi amor, me había llamado mi amor, mi corazón estaba desbocado, rezaba para que Namjoon no pudiera notarlo contra su cuerpo, porque yo sentía que se me iba a salir del pecho. Vale, necesitaba calmarme, yo siempre llamaba por motes cariñosos a Namjoon, es más, más de una vez le había dicho esas mismas palabras ¿por qué ahora me afectaba tanto que lo hubiera dicho él? Era la primera vez que me llamaba por un mote que no fuese ese nombre que me había puesto cuando tenía siete años y él se había dado cuenta de que era demasiado alto a mi lado. Por primera vez me llamaba diferente a Renacuaja.

NamuWhere stories live. Discover now