Los mejores días de su existencia, eran cuando acababa con la vida de inocentes; deleitándose con los gritos desesperados y agónicos, súplicas sollozantes y desesperadas, sin contar lo repetitivas que eran. Rostros sumergidos en terror, desesperación y dolor.
Un espectáculo digno de admirar. Sobre todo, el carmín que pinta las paredes, piso y su ropa. Causando en él, una enorme sonrisa en su rostro.
Y estaba por irse antes de que le atraparan, admirando por última vez su obra de arte, se la encontró.
Ella estaba ahí tirada en el piso, inconsciente al parecer.
Arqueó una ceja, ella no estaba ahí antes. No cuando él empezó la masacre.
¿De dónde había salido?
Empuñó el cuchillo. No podía dejar testigos, debía matarla. Y se disponía a hacerlo, cuando notó que ella comenzaba a despertar.
Oh no.
Estaba claro para él que debía matarla, eliminarla... Pero, ¿Y si se la llevaba? Pues ya casi no le daba tiempo, pues pronto vendría la policía a por él; se acercó a ella, envolviéndola en su saco carmesí, cargándola y llevándosela de ahí.
La miró de reojo, percatándose de algo que no había notado. Piel blanca, nariz pintada de negro (al menos la punta) y mejillas rojas, lo que le daba una apariencia... Parecida a la de un payaso.
Esto debía ser una broma.
De mala gana, cargó con ella hasta su casa. Y apenas llegó, la dejó recostada en el sofá y él de inmediatamente se fue a cambiar. Y cuando se duchaba, se preguntaba qué hacer con aquella chica extraña y de apariencia aniñada; era la primera vez que se le presentaba algo así.
Terminó de ducharse y fue a cambiarse, y para cuando fue a su sala de estar, listo y limpio. Se encontró con que ella no estaba en el sofá.
Lo que le faltaba, ¿Se le había escapado?
Si lo había hecho, entonces se encargaría de darle caza. Definitivamente debió de haberla matado y no traerla consigo, ¿En qué estaba pensando?
Tomó la escopeta y salió de casa, para encontrársela a unos pasos de ahí. Ella mirando la luna, o eso parecía; sigiloso, se acercó hasta ella, mirándola con una sonrisa (sin mostrar los dientes). Paciente esperó a que ella volteara a verlo, y sólo tal vez, se sobresaltase.
Y eso pasó.
Mientras ella lo miraba con sorpresa y susto, él sólo le sonreía.
- ¿Ya despertó la bella durmiente? – inquirió, burlesco.
- Tú... ¿Tú me trajiste aquí?
- En efecto.
- Eh, ¿Gracias? – el aura de aquel castaño era sumamente inquietante, más porque no le quitaba la mirada de encima y no dejaba de sonreír. La ponía nerviosa, alerta. – Disculpe... ¿Sabe dónde estoy?
- Así que no eres de por aquí, ¿eh? – tomó con delicadeza, como un caballero y no el asesino que era, su mano. Tanto la suposición como el gesto la tomaron por sorpresa, divirtiéndolo. - ¿De dónde eres, querida?
¿Era normal para ella el sentir que estaba siendo cazada? Tragó saliva, sacudiendo la cabeza, sólo eran imaginaciones suyas.
- Yo... - una risita nerviosa salió de sus labios, al mismo tiempo que rascaba su nuca con una sonrisa igual de nerviosa. – Si yo te lo dijera, no me creerías...
Eso era nuevo, y le daba curiosidad. Mucha curiosidad.
- ¿De verdad? – ella asintió, él sonrió más. - ¿Por qué lo dices, querida?
- ... ¿No te vas a reír si te lo digo?
- Lo prometo.
Ella suspiró mirándolo a los ojos, diciendo sin vacilación alguna:
- Soy del infierno... Mi nombre es Charlotte Magne, hija de Lucifer Magne y Lilith Magne. Yo... soy la princesa del infierno.
Es verdad que prometió no reírse, pero... Es que la risa fue incontenible, por lo que soltó su mano, sosteniendo su estómago con fuerza. Charlie lo miraba con cierta molestia, él le había prometido no reírse, ¡Y lo primero que hacía era eso! ¡Reírse!
- ¡Me prometiste que no te reirías!
- Lo siento, pero... ¡Esta es la primera vez que me dicen algo como esto! – decía, tratando de controlar su risa. Charlie se cruzó de brazos, inflando las mejillas, con el ceño fruncido. El castaño suspiró y se secó una lágrima, mirándola con una sonrisa. – Hacía tanto no me reía así.
- ¡No es gracioso! ¡Es la verdad!
Él puso un dedo en su barbilla, meditando. Quitando la risa de hace unos momentos, comenzó a conectar cabos: la piel exageradamente blanca, las mejillas cual payaso, la punta de la nariz negra, su esclerótica amarillenta (o esa era la impresión que le daba por la luz lunar) y sus pupilas oscuras.
- ... ¿De verdad no me crees?
Él sólo sonrió.
Charlotte entonces apuntó al nocturno cielo, donde chispas salieron de sus dedos, iluminando levemente el lugar. Incluso así, Alastor no dejó de mirarla sonriente.
- ¿Qué tal?
- ¿Eres alguna clase de bruja o algo por el estilo? – preguntó burlón. Magne se sintió frustrada, él sólo se burlaba de ella y le halló gracia el fastidiarla.
Y fue entonces, que Charlie tuvo suficiente. Se abalanzó contra él, mirándolo con ira, apresándolo con firmeza contra el suelo.
Y aun cuando los ojos de Charlie, cuernos y dientes de ella se veían amenazantes, él se sintió fascinado. Se podría decir que le creyó.
- ¿Ahora ya me crees?
- Por supuesto... Aunque, una sonrisa se vería mejor en ti. – la rubia lo miró confundida, comenzando a calmarse. Alastor sonrió más. – Sonríe, pues no estas realmente vestido sin una.
Charlie solamente pudo pensar en lo enigmático, pero, elegante que era ese humano.
-Traumada Taisho
Sin palabras. Sólo quiero decir que, si vienes a dejar comentarios de mal gusto o diciendo sobre otras shipps que incluyan a Alastor o a Charlie, los voy a borrar. ¿Por qué? Porque si te metes aquí, es porque quieres leer Charlastor; evítense de malos comentarios, en serio.
Gracias.
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Prohibido [Charlie/Human! Alastor]
Fanfiction[Three-shot/AU] Porque ella era prohibida para él, como aquel fruto que Adán y Eva comieron (y eso estaba bien).