Se quedó en casa de Alastor, sí, él le había dicho su nombre después de ese día. Más que por amabilidad, por petición de él, y aunque tuvo sus dudas, al final, se quedó ahí.
Le había preguntado sobre cómo ella había llegado hasta ahí, aunque él solamente se limitó a decirle que se la encontró por ahí tirada, inconsciente; por lo visto, no había sido herida ni nada para terminar ahí, entonces... ¿Por qué ella estaba ahí?
Esa pregunta la carcomía por dentro, y no le dejaba en paz. Hasta caminaba en círculos por toda la sala, mientras se preguntaba el cómo pudo llegar hasta el mundo humano.
Algo que Alastor presenciaba casi todos los días, algo que comenzaba a aburrirlo.
Fue entonces que un día, en el que nuevamente iba a ver cómo Charlotte daba vueltas y vueltas en su sala, la sentó en su sofá, ignorando su mirada de confusión y solamente le sonrió; Charlie también se tuvo que ir acostumbrando a ver a Alastor sonreír.
Aunque a ella, no le gustaba lo falsa que era su sonrisa, llegando a preguntarse cómo sería una verdadera, sincera y no maliciosa.
- ¿Por qué no te relajas un momento, dulzura? Dando vueltas y vueltas no responderá tus interrogantes.
- Pero...
- ¿Qué te parece si salimos?
- ¿Salir? ¿A dónde?
- Ya pronto lo verás. – le aseguró, sonriente. Ella lo miró intrigada, mientras le veía ir a lo que suponía ella, era su habitación.
Y cuando volvió, le entregó lo que ella se pondría, siendo un vestido negro, que parecía de la época de este momento. Tampoco es que ella supiera mucho de moda de ese momento, pues esta era su primera vez en el mundo humano.
Sonrió al ver la prenda entre sus manos, tal vez haría caso al consejo de Alastor y se relajaría. Más tarde hallaría una forma de volver al averno, con sus padres y gente. El castaño nuevamente había desaparecido, por lo que supuso que se cambiaría para ir a aquel lugar y, por consiguiente, le daría chance de cambiarse.
¿Qué podría salir mal? Se preguntó, comenzando a vestirse.
Cuando terminó de cambiarse, se hizo otro peinado al habitual y con un listón negro que Alastor le había dado, se hizo una especie de moño; no estaba segura de si había quedado bien, pero, esperaba que fuese así.
Se sentía un poco ansiosa del lugar al que irían.
Y cuando salió Alastor de cambiarse, un rubor arribó sus mejillas (aunque no se notaba por las marcas en sus mejillas, afortunadamente). Sinceramente, él ya era guapo, pero, ¿Por qué se ponía así?
- ¡Concéntrate Charlie! ¡Concéntrate! – se dio suaves golpecitos en las mejillas, suprimiendo cualquier clase de pensamiento extraño referente a Alastor.
- Finalmente dejaste de ser un payaso, querida. – le halagó, haciéndola sentir algo apenada. ¿De verdad él creía eso?
Frunció el ceño levemente, aunque no se esperó que Alastor tomara su rostro entre sus manos y con sus pulgares, levantó la comisura de sus labios, en una sonrisa.
- No estás completamente vestida si no sonríes, Charlie.
Otra vez el rubor volvió, tragó saliva. Y en ese momento, Alastor se puso a ver los detalles que hacían únicos a Magne. Le causaba gracia su naricita y sus mejillas, se miraba tierna, y le hacían ver también, como una muñeca de porcelana.
Ella era, interesante.
- ¿Lista?
- ¿Eh?
- Vamos a salir, así que, muéstrame tu mejor sonrisa, dulzura.
Y eso hizo Charlie.
La noche era joven y llena de misterios, o al menos eso se pensaba.
El moreno soltó sus mejillas para ofrecerle su brazo, en un gesto cortes, haciendo que ella, dudosa, lo tomase. Pues esos días le habían enseñado que él, no era de contacto físico; pero si era él quien le ofrecía ese contacto, no lo rechazaría.
Sonrió más, a la vez que ambos salían, rumbo al lugar al que él la llevaría.
Nuevamente, ¿Qué podría pasar?
-Traumada Taisho
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Prohibido [Charlie/Human! Alastor]
Fanfiction[Three-shot/AU] Porque ella era prohibida para él, como aquel fruto que Adán y Eva comieron (y eso estaba bien).