❛ 𝐇𝐀𝐘 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐒𝐀𝐒 que no recordamos, ni la silueta de él, ni la de nadie más. ❜
❙. Donde la tripulación de los Sombreto de Paja intenta descifrar cómo es que su caótico capitán logra ser tan él, tal vez, con un poco de ayuda.
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⠀ ⠀ ⠀ — ¡SOY MONKEY D. LUFFY, el hombre que se convertirá en el Rey de los Piratas! —sentenció, y se cubrió los oídos—. ¡No me importa si al mundo no le gusta, voy a conseguirlo aunque me cueste la vida!
La silueta seguía en frente de él, y se colocó de cuclillas poco después de que empezó con su griterío. Su expresión inexistente lo veía sin sentimiento alguno, como un cascarón vacío.
Solo.
—Ace murió por proteger mi sueño —Luffy levantó poco a poco la cabeza, el rastro de las lágrimas seguía en su rostro, y un leve ceño fruncido no tardó en aparecer—. Él no murió en vano. Él está conmigo, siempre va a estar conmigo, porque soy su hermano menor.
Se sentó sobre sus piernas, y tomó la mano de la silueta roja entre las suyas. La figura se dejó hacer, prestando atención a cada movimiento, sintiendo el cálido tacto del azabache y el suave temblor nervioso que había dejado atrás de los hipidos nacientes del llanto.
—Él va a quedarse conmigo incluso aunque no lo recuerde —musitó, como una promesa hacia sí mismo, y no como la proclamación que la voz de Katashi esperaba—, porque existen cosas que son eternas.
Una fisura. Una pequeña fisura apareció en la mano de la silueta, y Luffy entendió que, tal vez, ese humanización carmesí eran demonios, inseguridades, miedos; aunque fuese el capitán, el hijo de Dragón, el hermano de Ace y Sabo, y tal vez la persona más fuerte de la tierra, Luffy seguía siendo un humano, y como toda persona, tenía esas cosas. Esos momentos.
Ocultos en lo más profundo de su corazón, sepultados bajo sus más grandes deseos, pero ahí estaban. Y si debía pelear con ellos... tenía personas que estaban esperándolo, y que no se podía permitir dejar solas. ¡Era el capitán! ¡Debía proteger a su tripulación! Y más que nada, debía proteger a sus amigos.
Porque eran lo que aún tenía, y no quería tener que recuperarlos, quería que se quedaran con él para siempre. Quería que fueran eternos, como Ace.
—Mis amigos... ellos me han enseñado muchas cosas —admitió, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios—. "Nos volvemos adultos cuidando cosas importantes, sin soltar esas cosas seguimos protegiéndolas, para entonces algún día soltarlas". Una vez Robin me leyó sobre eso.
