Vlad.

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El camisón rojo ondeaba a mi alrededor, tan oscuro como la sangre sobre mi piel. Joel me sujetaba por las caderas y se arqueaba debajo de mí, intensos sonidos de placer salían de su garganta.

—Sí gatito. Más... no pares...

Cerré los ojos, atrapado por el orgasmo. Mis dedos utilizaban las sábanas para agarrarse mientras me movía más rápido.

—Sí...

La sensualidad del momento se desvaneció cuando una neblina pareció surgir a nuestro alrededor y las sábanas empezaron a tener vida propia. Se enrollaron alrededor de mis muñecas y tobillos, como si el algodón se hubiese convertido en una serpiente maligna. Traté de decirle a Joel que parase, pero cuando abrí la boca, salió sangre.

—¿Sigues tratando de ser valiente, pequeño?— preguntó una voz sarcásticamente.

El horror se arrastró sobre mí. Conocía esa voz.

La niebla levantó, solté un largo y penetrante aullido cuando Joel y la cama se desvanecieron y, de alguna manera, estaba en el suelo delante de mi padre. Las serpenteantes sábanas se convirtieron en cuchillos que se clavaban en mí, atravesándome las muñecas. Mis tripas, mis piernas y mis brazos palpitaban agónicamente.

—¿Sabes lo que voy a hacerte niño?— prosiguió Max. —Voy a rasgarte la garganta otra vez.

Vino hacia mí. Traté de girar alejándome, pero los cuchillos de mis muñecas me lo impidieron. Max se rió mientras sus colmillos se acercaban a mi piel, mis forcejeos eran tan frenéticos como inútiles.

Entonces grité, mientras él clavaba lentamente sus colmillos a través de mi cuello.

—¡Para, para, para, para...!

Max presionó algo sobre mi boca. Tosí, me atraganté y tragué, pero después de unos momentos, Max desapareció y pude ver a alguien más.

—¡Despierta gatito!

Enfoqué a Joel delante de mí. Antes de que le viera, se le curaron los cardenales y los rasguños, dejando sólo la sangre para revelar donde habían estado. Su muñeca estaba presionada contra mi boca, las sábanas estaban hechas trizas a nuestro alrededor, y no estábamos solos en la habitación.

Spade estaba al lado de la cama agarrando mis hombros. Me soltó y se echó hacia atrás con un ruido de alivio cuando parpadeé. Jared, Alex y Dylan estaban de pie junto a la puerta, con Chris casi saltando para ver por encima de ellos. Entonces, todo lo que vi, fue el pecho de Joel mientras me aferraba a él.

—¡Sangriento infierno estás despierto!— Me echó hacia atrás y me agarró la cara. —¿Sabes dónde estás?

En mi dormitorio. Completamente desnudo y Joel también. Spade se puso en pie y miró hacia otro lado. Nosotros no éramos los únicos que estábamos desnudos.

—Joel, ¿qué está haciendo todo el mundo aquí? Spade, cúbrete. Malditos vampiros, creen que todo el mundo quiere ver lo que tienen.

Joel seguía estrechándome contra él.

—¡Fuera de mi vista bestias!

¡Dios mío!, ¿mi madre estaba en el pasillo tratando de entrar? Se desmayaría si viese esto.

—Spade, toallas, baño.— susurré. —Ahórrale el descubrimiento.

Él se rió, pero sonaba más como un cansado jadeo. —Pimentel, él está bien. Me voy a ir para que no se canse regañándome.

Spade también tenía regueros de sangre seca sobre él. ¿Qué demonios?

Dylan se me quedó mirando, y su presencia hizo que me avergonzara.

At Grave's End [joerick]  -adaptación-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora