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La chica miró al hombre frente a ella, era alto, con el cabello largo, atractivo.

— Hey Daryl— Lo llamó el hombre que antes había conocido en el bosque— ¿Está bien si se queda contigo?— El mencionado la miró neutro.

— Sí, esta bien— Dijo sin parecer importarle— Solo no hagas mierda— Pidió restandole importancia a la situación.

— Gracias— Dijo la chica entrando a la casa, su nuevo hogar por un tiempo.

— Puedes quedarte en la habitación que esta al final del pasillo.

— Mmmh— Asintió la chica corriendo escaleras arriba, escuchó unos pasos apresurarse para alcanzarla. Intentó cerrar la puerta de la habitación en la que se quedaría pero un pie logro trabar la puerta— Quita tu puto pie.

— Déjame pensarlo— Escuchó al chico decir— No— Empujó la puerta, abriéndola y metiéndose a la fuerza.

— Oye, estas invadiendo mi espacio— Se quejo. El chico asintió sin importarle, la chica bufó— Imbécil— Dejo su mochila sobre la cama, sacando las cosas de esta. Escuchó un silbido de parte del chico.

— Linda arma— Dijo tomando su arma arcus 98 DA.

— Eso no es tuyo.

— Solo quiero verla, fiera— Se burló mientras sonreía. La pelirroja miro el perfil del chico, sus cejas pobladas, sus ojos azules, su nariz pequeña, sus labios rosados— ¿Qué? ¿te gustó?— Dijo girando a mirar los ojos verdes de la chica sin dejar de sonreír.

— ¿Tanto ego tienes?

— De hecho, sí.

— Bastardo.

— Mmmh— Miraba concentrado los detalles del arma— Es bonita— La chica asintió estando de acuerdo— Ven a cenar a mi casa, con mis padres y mi novia— La chica lo miró y alzó las cejas.

— No, gracias.

— ¿Por qué? Es una cena de bienvenida. Acepta ir, somos amigables.

— Sí, sí, sobre todo tú.

— Por supuesto— Dijo riendo un poco— Por favor, ve. Sé que tienes una mala imagen de nosotros, o más bien, de mi, pero no soy una mala persona. Sé que te trate muy mal cuando nos conocimos, pero entiéndeme, es un mundo difícil, todo el mundo es una mierda y mata a todos. Es un apocalipsis completo, solo entiende eso.

— Sí. Eres una super buena persona, sobre todo cuando me tiraste sobre un cadáver, Coral.

— Es Carl— Dijo disgustado.

— Lo sé— La chica se alejó— Iré, pero solo para burlarme del novio tan imbécil que tiene esa chica— Sonrió mientras miraba por la ventana.

— No lo sabes, pero mi novia tiene al novio más, bastante, apuesto del mundo, agradable, amigable y, sobre todo, sexy— La chica fingió arcadas.

— Estará engañándote, supongo.

— Eres una mierda— La chica sintió un cogin rebotar en su cabeza— Te lo mereces— Pronunció el chico saliendo de la habitación.

— Jódete— Susurró mirando con concentración aquella comunidad.



La noche cayó rápido, la chica acomodó su cabello antes de tocar a la puerta de la casa del que ahora sabía, era el líder de la comunidad.

El chico de sobrero abrió, ahora sin su sobrero. La chica lo miró con el ceño fruncido.

— Buenas noches, vecina— Saludó, la chica tomó al chico del cuello de la camisa, sacándolo de su casa y pegándolo con fuerza a la pared más cercana.

— ¿Por qué me quitaste mis armas?— Preguntó seria, con voz neutra, dura. El chico sonrió.

— No puedes tener armas, eres nueva, no eres de mucha confianza aún.

— ¡Eran mis armas!— Alzó la voz, llamando la atención de algunas personas que pasaban por ahí. Sintió una mano posarse sobre su espalda estirándola hasta hacerla caer, un arma se poso en su frente. El pecho de la chica se inflaba con rapidez, estaba furiosa con aquel chico, y con la mujer de raza negra que acababa de tirarla.

— ¿Quién te crees?— Preguntó la mujer, Carl tomó su mano donde tenía el arma empujándola despacio hacia abajo, hasta que dejarla de apuntarle a la ojiverde.

— Es Eliza Gray, papá y yo la encontramos en el bosque esta mañana. No te preocupes, no tiene armas.

— Lo sé, y no tendrá en un tiempo— La chica jadeó intentando calmarse.

— Son mías, me pertenecen, no me parece justo que todos tengan menos yo.

— Te las regresaremos cuando seas más confiable— Respondió la mujer. Estiró una mano hacia ella— Soy Michonne— La chica tomo la mano ayudándose de esta para levantarse.

— Es mi madre— La chica miró al chico alzando las cejas, evitando reírse.

— Que parecidos— Dijo con sarcasmo.

— Cenara con nosotros— Informó el chico, la mujer asintió dejándolos ahí, entrando a la casa— Ven conmigo— La chica lo detuvo, tomándolo del antebrazo. 

— ¿En serio es tu madre?— Preguntó seria, sin reflejo de burlarse.

— No es mi madre biológica, es la novia de mi padre, la conozco desde que todo esto empezó, la considero mi madre.

— Bien, eso... esta bien.

— Si, vamos. 

— ¿Tu novia ya esta aquí?— El chico asintió— Genial.








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