- Capítulo 1: El Origen de todo -

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Mi tarea era sencilla, debía asesinarla el mismo día que descubrí su existencia. Así es la ley, es infranqueable. Los demonios nos alimentamos de sangre humana, es nuestra naturaleza. Pero existe un tipo de sangre muy rara y especial, proveniente de una ascendencia ancestral por generaciones, capaz de doblegar a los demonios y cada mil años nace un humano con esta sangre en sus venas. Todo comenzó con un único y grave error, el día que Lilith, la madre creadora de todos los demonios, inevitablemente se enamoró de un humano, procreando así un linaje de demonios mestizos, mitad humano, mitad demonio. Ellos, en su sangre, tienen poderes con la capacidad de torturar, manipular e incluso asesinar a nuestra raza. La tarea de mi padre durante siglos ha sido la de buscar en todos los rincones del planeta a esta raza de personas y hemos eliminado casi por completo esta especie tan peligrosa para nosotros los demonios. Aunque no todos los descendientes humanos de Lilith heredan su sangre en las venas y solo unos pocos sobreviven al parto, pero los que lo hacen deben ser eliminados.

El 1 de enero de 1975 un humano llamado Carl estaba a punto de morir a causa de una herida de guerra. Yo aparecí ante él y realizamos un pacto. Él hombre únicamente deseaba regresar a casa y criar a su hija que aún no conocía pues acababa de nacer. Ya saben, esas estupideces que desean los humanos. Yo muy generosamente accedí a sus peticiones y sané sus heridas, pero a cambio todos los hijos primogénitos de sus descendencias iban a ser entregados a mí, como ofrenda. Realmente lo hice porque estaba aburrido. El hombre y su familia gozaron de una larga y abundante vida muriendo de viejos como estaba acordado en el pacto y desde entonces vigilo cada primogénito de su descendencia.

Cuando llegó el día del parto aquella noche, entré en el cuarto dispuesto a llevarme el alma de esa inocente bebé. Pero de repente pude notar algo extraño, la criatura me seguía con la mirada, silenciosa, únicamente me penetraba con aquellos ojos profundos en la oscuridad de la noche-Imposible!-podía verme, sin dudas podía verme, aún en mi forma espectral, donde ningún humano podría sentirme, olerme, mucho menos localizarme-¡Esta niña es una abominación asquerosa!- pensé-Mi padre estaba equivocado, la sangre de Lilith estaba justo ante mi presencia, corría en las venas de aquella niña, cómo burlándose de mis debilidades, todas aquellas debilidades que habitaban en lo mas profundo de mi ser !Debo matarla sin dudar¡.

Pero antes de que me decidiera a tan siquiera tocarla, extendió sus brazos hacia mi, como deseando que la levantara. No sentía miedo alguno, yo para ella no era una amenaza. Su madre en ese momento se extrañó de los movimientos y miradas que lanzaba la niña al aire pero la felicidad del momento le superaba. Jamás en mis años de vida ningún humano había logrado verme sin sentirse completamente horrorizado y aquellos que lograban hacer contacto buscaban algo de mí, codiciosos, interesados y putrefactos humanos, pero ella no quería absolutamente nada. En mi mente de pronto se creó una lucha interna, sabia que debía matarla, pero a la vez tenia curiosidad por conocer a aquella persona que no me tuvo miedo. Al final decidí vigilarla, la oculté de mi padre y simplemente me dedique a observarla.

De repente, sin preguntarme porqué, empecé a protegerla de todo y de todos. Los demonios no podemos pasar tanto tiempo en el mundo humano, nos debilita, jamás un demonio había pasado más de un mes sin regresar al Tenebraerum. Pero yo no podía volver, ni presentarme ante mi padre, él leería mi mente y se enteraría de todo, de la niña y de mi traición. Me asesinaría y luego, a la niña. Yo llevaba 18 años en el mundo humano y poco a poco empezaba a sentir la debilidad de mi cuerpo, estaba llegando a mi límite.

Hasta ese día, 1 de enero de 2001, no podía aguantar un día más, había cometido una estupidez y si se llegase a saber esto pesaba sobre mi una condena de muerte segura por traición. Entonces decidí aparecerme ante ella, quería averiguar que era lo que sentía y aquello que crecía dentro de mi observándola desde la distancia todos estos años.

Verónica - El Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora