Si alguien me dijera hace un par de años todo lo que estaba a punto de ocurrir y que ya estaba sucediendo, me reiría en su cara muy probablemente. No soy una chica supersticiosa, prefiero confiar en la razón y la objetividad, las cosas palpables que hay a mi alrededor son aquellas en las que decido creer. Pero ahora me encontraba allí, en el solitario baño de profesores del tercer piso, parada justo frente al espejo, sabía que alguien tenía sus manos sobre mis hombros desde atrás, pero el reflejo en el espejo sólo devolvía mi reflejo.
-No tenemos mucho tiempo
Lo recordé todo, vino a mi mente como si sus manos y voz fuesen un baño refrescante para mi memoria. Absolutamente todo, Sebástian, el trago de esa extraña bebida, mi pacto con Zeff. ¿Pero exactamente que había pactado?
-Zeff, yo...-dije tímidamente hasta que fui interrumpida por su profunda voz.
-No hay tiempo, esas voces del espejo te quieren a ti, muerta. Ahora saben quien eres, cosa que pensé mantener en secreto, fui descuidado. Pero el pacto me debilito a mi también, nadie es de confianza, estos seres que te persiguen pueden cambiar su apariencia al ojo humano, podrían verse como tus amigos, tu hermano, incluso tu padre y madre, quien sea. No creo que puedas dimensionar lo que supone esto pero si no vienes conmigo ahora, morirás junto con todos aquellos que te rodean.
-Lo entiendo, me refiero a que... te creo, por alguna razón te creo. Algo dentro de mi quiere creer en ello- pensé por un momento la veracidad de esas palabras, de verdad creía en el, quería creer en él, quizás por mi aburrida vida, por esa inyección de adrenalina cada vez que oía su voz o quizás por algo más allá, que yo no podía entender.
A la mitad de nuestra conversación el espejo empezó a hacer nuevamente ese sonido cristalino extraño, lentamente se fueron dibujando letra por letra, una tras otra y la siguiente letra a la anterior hacia que mis ojos se abrieran más y más en una expresión de absoluto terror.
J-a-s-o...n.
No dude ni un sólo instante, mis piernas se movieron por si mismas como cargadas de una energía indescriptible pero al mismo tiempo de impotencia. Corrí tan rápido como pude hasta mi casa, al llegar a la esquina de mi vecindario pude escuchar el difuminado grito de mis vecinos llamando mi nombre pero no podía detenerme ni un segundo, no quería creerlo, al llegar a casa Jason estará en su cuarto devorando libros como siempre-Así es¡ No es verdad, nada de esto. Sigo soñando-murmuré mientras insertaba las llaves en la puerta de mi casa.
Todo estaba en su sitio. Inmaculadamente limpio y ordenado, lo usual. El ruido era inexistente más allá del ruido del viento entrando y saliendo por las ventanas. Algo andaba mal.
-¿Hola?-Pregunté mientras subía las escaleras a la habitación de Jason. Al llegar al final de las escaleras di un pequeño vistazo a la recámara de mis padres, ellos trabajaban. Toqué la puerta de la habitación de mi hermano y...
-¿Vica? Pasa-Respondieron al otro lado de la puerta de madera.
Abrí la puerta lentamente con el miedo en mi corazón pero aún con la esperanza de que todo iba bien. Entré, Jason estaba en su escritorio dibujando en absoluta y total calma. Me saludó con la mano derecha sobre el hombro y siguió en lo suyo mientras yo caminaba lentamente hacia su cama.
-¿Todo bien Jay? Te regreso tu consejo de esta mañana, somos hermanos y debemos apoyarnos, contarnos cosas, ya sabes, cosas de hermanos supongo-dije mientras me sentaba en su cama repleta de libros de ciencia ficción y filosofía.
Entonces paró de dibujar y bajo sus piernas cruzadas de la silla. Se sentó en el borde y alborotó su cabello como si organizara muchas ideas al mismo tiempo. Me miró fijamente y respondió luego de un corto suspiro y una pequeña sonrisa de medialuna-Entre tu y yo, llevo sospechando que hay algo extraño en la casa, no le puedes decir ni una sola palabra a nadie de esto y con nadie me refiero a nuestros padres en primer lugar-hizo una pausa para mirar hacia el pasillo como si nos escuchara alguien desde la esquina de las escaleras-Llevo años oyendo cosas en la casa pero nunca había sido tan frecuente como hace un par de meses. Ayer encontré un símbolo dibujado en el techo del cuarto de huéspedes , justo en el centro. Lo único raro no es el símbolo sino también esa ubicación tan precisa en la que lo encontré-continuó Jason mientras me mostraba el papel en el que dibujaba en su escritorio-El símbolo esta en el lugar exacto debajo de tu cuarto, logré hacer una réplica y menos mal lo hice, hoy cuándo fui a revisar ya no estaba.
En el papel se podían ver dos lunas, una creciente y la otra menguante sobre un cáliz. Jamás había visto un símbolo parecido, pero al contemplarlo unos segundos lo apartó de mi vista rápidamente.
-Desapareció la misma noche en la que despertaste con ese moretón en tu muñeca, ¿no es cierto?
De pronto la puerta del cuarto se cerró de golpe, dando un portazo seco y contundente como dejando claro la imposibilidad de ser causado por un vendaval. Se escucharon pasos subiendo a toda velocidad por las escaleras, entrando a la habitación de mis padres, revolcándolo todo, tirándolo cosas desesperadamente. Se respiraba con dificultad, de un momento para otro el aire era denso y daba la impresión de que no era capaz de llegar del todo a los pulmones. Con los ruidos de fondo por toda la casa, Jason empezó a convulsionar bruscamente y a temblar mientras se elevaba hasta el techo con los ojos totalmente blancos.
-No temas princesa-dijo una voz supremamente gruesa que salía del cuerpo de mi hermano-Ven conmigo y no lastimaré a nadie.
En ese momento el papel que Jason sostenía en sus manos empezó a arder en llamas negras y se evaporó por completo en el aire, estaba aterrorizada, me había parado encima de la cama y estaba contra la esquina de la cama que da a la pared del cuarto. Resbalé. Caí al suelo y me abrí una herida en el brazo que empezó a sangrar. Intenté hacer presión pero sólo logre cubrir toda la palma de mi mano de sangre y en ese preciso momento esa cosa que controlaba el cuerpo de mi hermano tendió su mano para agarrarme, por acto reflejo puse mi mano ensangrentada en frente y automáticamente todo, como si de una corta pesadilla se tratase, se calmó. Jason calló al suelo sin dar respuesta alguna pero se dejaron de oír ruidos en la casa y el aire fluía con normalidad. Al tocar su cuerpo estaba totalmente frío y su piel suave como una esponja.
-Madame-alguien hablaba desde atrás de la puerta aún cerrada-¿Puedo pasar?
Pensaba ya haberlo visto todo en mi vida después de ese pandemónium que no sentí miedo alguno y respondí afirmativamente. A la habitación entró Sebástian, el sirviente de Zeff, lo recordaba completamente ahora que no sufría de amnesia. Era delgado de estatura media y pelo totalmente negro, vestía con traje negro que se ajustaba a la perfecta medida de su cuerpo y porte elegante.
-Siento lo sucedido, me temo que el amo se encuentra aún recuperándose, pero debemos irnos inmediatamente de aquí, no está a salvo.
Miré a mi hermano en mis brazos con lágrimas en mis ojos, sabía que debía hacerlo, no era un juego y desde ese momento lo tenía muy claro.
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Verónica - El Pacto de Sangre
RomanceUna historia de fantasía sobrenatural, donde lo demoniaco y el romance se entrelazan inesperadamente. El amor entre un demonio y una humana, que desata una guerra entre dos mundos. Una noche Verónica conoce a un demonio y hacen un pacto de sangre, l...