- Capítulo 3: Aquel sueño -

29 5 2
                                    

Estaba en mi cama y sabía que era ella aunque aún no abría mis ojos. Desde que era una niña siempre he tenido mi cuarto como mi fiel refugio y aquella cama era el lugar en el que me sentía más a salvo en todo el mundo. Pero todo eso estaba a punto de cambiar y lo más importante de todo este asunto es que yo aún no era consciente de ello.

Cuando por fin decidí abrir mis ojos llegaron a mi mente imágenes de la noche anterior, me levanté con la sensación de que había tenido una pesadilla terrible, apenas recordaba imágenes vagas, pero poco a poco venían a mi memoria fragmentos en forma de visiones. Logré recuperar escenas de mis padres escandalosos pidiéndome que saliera a comer con mis amigos, posteriormente aquella fuente de los deseos donde me encontré con Gab y Tom, luego en Burgin's todo se empezaba a poner borroso, pero por alguna razón el nombre de "Zeff" retumbaba en mi cabeza haciendo eco.

-¡Vica baja a comer! Llegaras tarde al instituto- Dijo mi madre desde el piso de abajo.

Bajé a desayunar y me encontré con la típica escena de mi madre corriendo de allá para acá haciendo cosas que aparentemente sería imposible de lograr para una persona con tan sólo dos brazos, mi padre tenía un semblante de preocupación que se reflejaba tras su prominente barba. Y claro, mi hermano Jason con sus preciados libros que leía como si su vida dependiera de ello, debo reconocer que tenía la practica suficiente como para leer y realizar cualquier tipo de tarea cotidiana al mismo tiempo. Me senté en la mesa y justo en el momento que iba a morder la tostada mi madre intervino.

-Nos vas a contar que pasó ayer, por poco te traían a rastras Gabriela y Tomsk. ¿Acaso te emborrachaste? ¡Tuvimos que cancelar tú fiesta de cumpleaños! Jamás llegaste al lugar y mira que yo misma me aseguré de que Gabriela copiara bien la dirección. Luego al volver aquí te encontramos tirando la baba en tu cama.

-Lo siento en serio, desearía saber que ocurrió ayer, sólo no lo sé, pero de algo estoy muy segura y es que por mi boca no paso una sola gota de alcohol-Respondí con una sensación de pena en mi pecho al saber que todo el esfuerzo de mis padres en la fiesta había quedado en nada.

Mi padre no decía nada, pero sabía que sus preocupaciones iban más allá de la fiesta sorpresa. Era un buen padre, pero podía llegar a ser muy sobreprotector y lo imaginaba descartando miles de posibles escenarios para la noche anterior, de los cuales puedo asegurar ninguno de ellos estaría en lo cierto, pero la verdad es que de eso ni yo estaba segura.

-¿Qué es eso Vica? Esto que tienes aquí en la muñeca, parece un moretón. Mira sabes que no soy de meterme en tus cosas ni tú en las mías, pero...-Jason bajo la voz y se acercó, como susurrando- si estás en una de esas etapas de depresión adolescente podrías buscar ayuda profesional, digo somos hermanos, al fin y al cabo, sabes que puedes contarme lo que quieras.

-Casi me llegué a creer tu preocupación hermanito, ja ja- Respondí mientras levantaba mi brazo a la altura de mi mentón para mirarme la muñeca, era cierto. Tenía un gran moretón en la muñeca derecha, al tocarla sentí gran dolor-Te-tengo que irme ya, voy tarde- tomé mi mochila y salí deprisa de la casa.

Me desplazaba por instinto, tenía el recorrido tan interiorizado que ni siquiera debía pensar en él, de hecho, no podía pensar en nada más que en aquella marca en mi brazo, justamente porqué ese pensamiento iba acompañado de más y más recuerdos sobre aquél sueño de la noche anterior. Me veía a mí sentada junto a mis amigos en un lugar completamente oscuro, de sorpresa ellos se evaporaban como ceniza y escuchaba en mi mente la voz clara de una persona susurrando mi nombre. De pronto a unas seis cuadras de llegar escuché alguien que me hablaba.

-¡Hey Vic! es raro verte caminar de esa forma, digo, es impropio de ti. ¿Te sucede algo?

Era Zack, pelirrojo, blanco, metro ochenta, todo lo que estaba bien en un chico, pero ya habíamos intentado tener algo el año pasado y resultó que somos mejores confidentes que pareja romántica. Gabriela y Tomsk eran sin duda mis mejores amigos de toda la vida, pero como decirlo... a Zack le podía contar cosas que a nadie más en todo el mundo y lo sabía. Al mirarlo esbocé una pequeña sonrisa intentando reflejar tranquilidad.

-Deja de leer mi mente por un segundo, ¿puedes? Ya te lo contaré, por ahora sólo distráeme de mi misma un momento, no paro de darle vueltas a algo y creo que empezaré a volverme loca. Por cierto, tampoco ningún comentario al respecto de esto- Dije, mientras le enseñaba mi muñeca derecha.

Caminé junto a Zack que, aunque le encantaba llevarme la contraria en todo, sorprendentemente hizo tal cual lo que le dije, no mencionó nada sobre el moretón e intentó platicarme algo acerca de las nuevas canciones que su banda y él estaban componiendo. Al llegar a las puertas, escuchamos el sonido de la campana que indicaba el inicio de las clases, realmente iba tarde, de no ser por Zack hubiese retrasado por lo inmersa que me encontraba en mis pensamientos en ese momento.

Al entrar al salón de clases donde se entrelazaban la voz de más de veinte personas me dirigí a mi asiento sin levantar la cabeza, no tenía fuerzas para saludar a nadie, o quizás, aunque recordar ese sueño me transmitía una energía extraña, parecía como si mi mente me pidiera a gritos recordar cada detalle del sueño. El timbre señaló la hora de salida y justo cuando me disponía a salir disparada como una bala fuera del salón a quien sabe dónde, una mano me retuvo desde el hombro. Era Gabriela

-Me evades- Gabriela me miraba con un semblante frio e inexpresivo, también tenía aspecto de no haber conciliado muy bien el sueño que digamos- Tenemos que hablar de ayer y lo sabes, Tom me ha llamado esta mañana, ha despertado con nauseas, no pudo venir al insti. Te conozco Vi, dime la verdad, al principio pensé que te había sentado mal la comida o bebida luego de que te desmayaras, de pronto todo se sintió helado y tú te derrumbaste, por poco te matas y para completar dejas de decir palabra ¡mujer, te dejamos en tu propia cama! Tom quería asegurarse, pensaba que no ibas a ser capaz ni de reconocer tu propio reflejo en el espejo, parecías un zombi, al final tu fiesta sorpresa se canceló, obviamente. Incluso pensé en ponerle a Tom tu ropa y hacerlo pasar por ti.

No recordaba nada de lo que Gabriela me decía, realmente sentía que incluso aquella salida con mis amigos había sido parte del sueño, lo juraría si no fuese la misma Gabriela la que me lo estuviese diciendo.

-Siento decepcionarte Gab, pero yo tampoco sé que me ocurre, la verdad es que no me acuerdo de nada, sólo imágenes borrosas de lo que parece ser la realidad combinada con los sueños, a causa del desmayo posiblemente- Dije mientras daba pasos hacia atrás buscando marcharme lo antes posible, cuando de la nada Gabriela me hizo una pregunta que me helaría la sangre. Ella y yo habíamos dormido juntas miles de veces y sabía que eso de hablar dormida no era mi estilo.

-¿Quién es Zeff? Dijiste su nombre después de desplomarte en el suelo. Eso después de notar una marca muy extraña en tu brazo, que por lo que veo aún sigue allí y ha empeorado. Estoy preocupada y sabes que no es sólo por ti, también esta Tomsk.

Tenía razón, hasta ese punto del día había sido egoísta pensando sólo en mí- Vamos acompáñame a casa de Tom. Sólo deja cambio esta cara de momia, iré un segundo al baño.

Ya menos aturdida y de camino al baño empecé a descubrir algo que quizás estaba bloqueando para mi propia seguridad emocional. En ese sueño yo bebía la sangre de un ser demoniaco y hablaba con él sobre un pacto, una conexión. Aún en el instituto me sentía incomoda usar el baño con más personas dentro de él, entonces tenía la costumbre de usar uno secreto que se supone era de uso exclusivo para profesores, pero ellos preferían usar el del primer piso, no este baño al otro extremo del mundo en el cuarto piso, así que prácticamente era la única que lo usaba y eso aún pareciendo algo extraño, era un privilegio. Al llegar al baño llevé mis manos a la cabeza, tenía un poco de mareo, saqué de mi bolso unos polvos para las ojeras, me gustaba ir al baño del tercer piso porqué realmente nadie lo usaba y no me sentía muy a gusto en los demás, llenos de personas entrando y saliendo. El espejo estaba empañado y decidí pasar la mano sobre el para poder ver mejor, pero en ese momento al poner mis dedos el espejo, lo atravesé. Se hicieron unas ondas en él como si de agua se tratara con un sonido parecido al de un cascabel chocando continuamente contra una superficie de cristal, a través alcancé a escuchar muchas voces que me llamaban a entrar, pero se sentía gran ira y maldad. Retiré rápidamente el dedo como si estuviese caliente pero no lo estaba, al contrario, estaba frío. No pasaron diez segundos hasta que volví a intentar meter el dedo esta vez lentamente para ver hasta donde entraba. Mi corazón palpitaba como una locomotora, pero la curiosidad por saber qué era aquello era más grande. Sin darme cuenta ya tenía hasta el antebrazo completamente dentro del espejo y como por instinto, pero al mismo tiempo en un arranque de imprudencia acerqué lentamente mi cabeza al espejo, tenía que ver con mis propios ojos lo que sea que hubiese detrás de él. Pero justo en el momento que por fin me acercaba oí una voz en mi cabeza que me decía: -Te van a ver.

Verónica - El Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora