4. Cᴀʟʟᴇᴊᴏ́ɴ ᴅɪᴀɢᴏɴ

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Segunda parte

Mis dudas se disiparon cuando en lugar de llevarnos a un lugar oscuro y con paredes insonoras, nos guió a lo que parecía ser una oficina, más bien, era la oficina del jefe del banco.

—Okey, esto es raro... —murmuró Harry, quien caminaba a paso intranquilo junto a mi.

Asentí en acuerdo, estaba segura que ese duende dijo que nos ayudarían con las dudas, pero ahora más bien creo que nos van a acusar de algo.

—No hemos robado nada— aclare al entrar, por si acaso.

Escuche las risas de nuestros anfitriones y visualice por el rabillo del ojo el semblante serio de Harry.

—No creemos que alguien aquí haya robado algo— murmuró entre dientes, el aquí, no me gustó.

Estaba casi segura de que alguien si había robado algo y tenía que ver con nosotros.

—¿Entonces quien lo hizo?— preguntó Harry entrecerrando los ojos, para ser un chico de 11 años a veces podía resultar muy intimidante.

—Primero señor Potter, tenemos que verificar su identidad mágica para poder proceder a explicar todo... — escuche sus palabras de lo más tranquila hasta que sacó de un cajón un aparato.

Mis ojos se abrieron con horror cuando vi lo que realmente era, una maldita daga. El horror creció cuando se acercó a nosotros con ella, por lo que retrocedí un paso.

—Tranquila señorita Black, no les haremos daño— murmuró el que la sostenía.

Solté una risa nerviosa— Di eso cuando estés a 10 metros de mi— después de decir eso, Harry se puso frente a mi de forma protectora.

—Señor Potter, Señorita Black, nadie aquí quiere hacerles daño... — le hizo una seña al otro duende quien traía un pergamino antiguo— Este artefacto a estado en este banco por siglos, sirve para comprobar la identidad de nuestros clientes más importantes, así como manera de saber toda la herencia de estos

Estuve apuntó de reírme, ¿clientes importantes? ¿Herencia? Si hasta hace unos días éramos unos simples huérfanos tratando de sobrevivir en ese infierno y ahora éramos famosos.

—¿Quien sabía de nuestra existencia?— fue la primera pregunta que salió de mi boca tras su discurso.

El nos miró con pena— Todo el mundo mágico sabía de la existencia del Señor Potter, de usted, solo unos cuantos— frunci el ceño.

—¿Me está diciendo que alguien pudo sacarnos de ese infierno?— preguntó Harry furioso.

—Nadie más que su tutor lo tenía permitido— nos contestó apenado.

—¿Quien es nuestro tutor?— pregunté entrecerrando los ojos, lo mataría.

—Sirius Black— contestó en un susurro.

Black... Ese es mi supuesto apellido.

—¿Es mi padre? —Harry tomó mi mano y la apretó.

—No, solo eso sabemos, al ser el último de los Black con vida, tiene su tutela y con respecto al señor Potter, lo nombraron su padrino— nos explicó.

Lleve mi mano libre a mi frente, sentía que en cualquier momento me desmayaria, y estaba segura que está solo era la punta del iceberg. Había más información, una historia completa detrás de nosotros.

—Yo seré el primero— levante mi vista hacia Harry, el ya me había soltado y ahora estaba a dos pasos frente a mi.

Me quedé en silencio mientras veían como le hacían un corte a Harry en la palma de su mano. Auch, eso me dolería. Quedé fascinada cuando vi como la sangre caia sobre el pergamino y era absorbida por este.

Sangre de serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora