Tinieblas

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Él simplemente miraba por la ventana, pero algo en sus manos me llenó de terror. ¿Aquel líquido viscoso y rojizo que había en sus pálidas manos era... sangre?

Al caminar por esa oscura calle y ver aquella escena sentí un fuerte escalofrío, la sangre me bajó hasta los tobillos, no podía moverme, estaba totalmente paralizado; algo en los ojos de aquel sujeto me causaba pavor, estaban totalmente concentrados en mí.

No paraba de mirarme, no parpadeaba, no hacía nada, y yo seguía incapaz de mover un solo músculo, nos miramos fijamente por un par de segundos, de la nada el viento sopló violentamente y el sujeto cerró la ventana de manera brusca, dejando manchas rojas en el cristal. ¿Qué acaba de pasar? ¿debo llamar a la policía? ¿realmente eso era sangre? ¿qué debo hacer?

Cuando mi cuerpo por fin respondió decidí acercarme a la ventana, vi las manchas rojizas; con un poco de esfuerzo logré abrir la ventana y entrar a la casa. De pronto sentí dentro de mí un miedo abrumador. Había alguien detrás de mí, lo podía sentir, me quedé helado.

De alguna forma logré sacar valor para dar vuelta y enfrentarlo, me giré y estaba ahí, en la calle, lleno de miedo lo miré directamente a los ojos por un buen rato, el viento sopló de forma agresiva y cerré la ventana súbitamente.

Entonces vi mis manos, mis pálidas manos llenas de sangre.

La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora