—Bien, ahora te encuentras en mi territorio y mi territorio es hermoso y libre, pero tiene sus normas. A lo largo de este mes te presentaré a mis catorce hermosas criaturas y mis doscientas sesenta y dos bellezas, por ahora tranquilízate, que estamos en la zona urbana.
—No creo que sea muy diferente a mis ciudades o a las ciudades que tiene Portugal, y déjame decirte mi hermosa princesa, que a primera vista das una muy buena impresión —miró de pies a cabeza a su amado.
El Salvador miró a un lado de forma indiferente y algo triste.
—¿Que sucede mi... —Es interrumpido por el sonido de su estómago, demostrando que este tenía hambre.
El de menor estatura sacudió la cabeza y volvió con una sonrisa.—Parece que el príncipe tiene hambre —lo tomó de la mano y le sonrió—, vamos te daré uno de los mejores manjares que tengo.
Qatar quedó un poco extraño ya que su amor actuaba de forma diferente a lo usual, pero de cierta manera le gustaba esa parte de él.
—V-vamos —dijo sin evitar tartamudear.
—Vamos —sonrió dulcemente, llevando de la mano a la potencia orgullosa.Se subieron al auto, el cual ya estaba cerca de ellos. En el transcurso del viaje Qatar solo veía las calles que estaban decoradas con publicidad o grandes letreros con la cara de concursantes que pedían el voto para la presidencia. La mitad estaban puestos sobre otros y así sucesivamente. Cada cierta cantidad de metros había un indigente tirado en el suelo, unos pedían tan siquiera unos centavos y muy pocas personas les daban algo. Al lado de la calle había casas y cada una de ellas tenían grafitis, casas en mal estado inclusive alcanzó a ver una hecha completamente de láminas. Todo le recordó sus años en el pasado, ya se sentía melancólico, pero –justo en el momento– música comenzó a sonar en el auto, El Salvador había encendido la radio.
En menos de veinte minutos habían llegado a su destino, eso escuchó que Salvador dijo, delante de ellos había un gran cartel que decía en grande: BIENVENIDOS A OLOCUILTA
—Olo... ti... qué —intentó pronunciar el nombre torpemente.
—Olocuilta, burro, le diré a Panchimalco que te enseñe un poco de náhuatl. A ver si no me sale con una pendejada ese maje.
El azul y blanco condujo a un parqueo y rápidamente le metió el pie al pedal y se estacionó, quitándole el lugar a otro carro que tenía el mismo objetivo. Por la mente de Qatar le quedó que el enano era un temerario al volante y no por nada era uno de los países con más accidentes de tránsito.
Entraron a un local llamado Carmencha. Al estar adentro, Qatar solo veía que todo estaba lleno de mesas y cada una tenía encima dos botes –uno más grande que el otro–, las paredes estaban adornadas con máscaras, guitarras y demás, en todo el lugar se olía algo que él no reconoció, el característico olor de queso quemadito, de los frijoles revueltos o el olor a chicharrón se hizo presente en el lugar y este característico olor no escapó del olfato de Qatar
—¿Y este... —Inhaló— dulce y... —Inhaló— rico aroma —inhaló— de... ¿De dónde proviene?
Al preguntar eso El Salvador lo miró con brillos en los ojos y al notar la insistencia del bicolor en busca de esa comida que transmitía ese rico aroma. suavemente.
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Qatdor
FanfictionConocerse en una reunión de Onu. Qatar recuerda cuando era un país tan pobre como El Salvador. Colaboración con: DayLove2110 Dibujo de portada le pertenece a: DayLove2110