-Yo también quiero verlas-anunció Lauren, que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Lucy y yo.
-Emm... sí, denme un segundo, ya vengo-me escabullí hasta mi habitación y cerré la puerta tras de mí, sin esperar alguna palabra de alguno de ellos.
Me senté sobre la cama con las piernas cruzadas y tomé el sobre amarillo entre mis manos; saqué de él las fotografías y lo primero en lo que mis ojos se enfocaron fue en el bello rostro que adornaba aquel papel impreso. Lauren era tan hermosa, a su manera. Su despampanante sonrisa, deslumbraba perfecta.
Revisé todas las fotografías, una y otra vez.
-Maldición-farfullé.
De las trece fotos que tenía en la mano, sólo tres eran antiestéticas. Tres eran las que no tenían el rostro perfecto de Lauren adornando la imagen. El problema era que Lucy había notado el grosor del sobre y llevarle sólo tres fotos resultaba ilógico cuando juntas no hacían ni medio centímetro.
Suspiré y tomé las otras diez fotografías para guardarlas en el cajón de mi escritorio, debajo de todo el montón de papeles que ya tenía allí. Salí de mi habitación con el trío de fotos en la mano, esperando no encontrar alguna otra escena que me hiciera sentir incómoda y deseosa de cubrirme los ojos.
Lucy y Lauren hablaban tomadas de la mano, ella jugaba con sus dedos. Traté de ignorar la irritante punzadita junto a los latidos aplomados de mi corazón.
-Aquí están-las coloqué sobre el pretil de la cocina, en donde ambos estaban.
-¿Sólo tres?-rezongó Lucy.
-Te dije que no eran muy buenas-me encogí de hombros-. Las otras están horribles-mentí, porque a decir verdad, eran las más hermosas-. Además no tomé muchas.
Allí, Lauren pudo haberme desmentido, ella sabía cuántas veces había disparado el lente de mi cámara capturando las escenas; pero no dijo nada, sólo observó tranquila cada una de las fotos sobre el azulejo del pretil.
Decidí cambiar de tema, antes de que alguna objeción por parte de Lucy insistiera.
-¿Sabías que la señora Montórfano tiene una sobrina?-pregunté a mi amiga, mientras que iba al refrigerador por un vaso de leche.
-Sí, Hailee. ¿Por qué?-inquirió, y me sentí satisfecha de haber logrado el cambio de ruta en la conversación.
-Hoy la conocí-dije, sirviéndome la leche en el vaso que había tomado de la alacena.
-¿En serio?
-Sí, me la topé esta mañana; es linda-tomé de mi vaso y pude captar que la mirada de Lauren se apartó de las fotografías y se posó curiosa en nosotras, en mí.Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Lucy; así que le acepté el café a Hailee, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.
Hailee me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Lauren, sin embargo, la emoción no era la misma.
-¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia?-me dijo, cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.
-Bueno, vine primeramente para visitar a Lucy. Y para tomar un descanso de mi vida cotidiana-expliqué, dándole un sorbo a mi café.
El sabor a capuccino vagó por mi boca hasta mi garganta.
-Oh, ¿entonces vives con tus padres?-inquirió.
-No-dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba-. Mis padres murieron en un accidente.
-Oh, perdóname, no debí preguntar-su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.
-No, no te preocupes-musité.
-¿Sabes? Mis padres también murieron-comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.
Esperé hasta que ella decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera.
-Bueno, en realidad, sólo mi madre murió cuando me dio a luz a mí. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mamá; se fue-explicó, su voz tomó un tono agrio.
-Oh-musité.
No sabía qué más decir, pero la entendía muy bien, al menos ambas teníamos algo en común ahora. No teníamos padres.
-¿Desde entonces has vivido con tu tía?-pregunté.
-Sí. Mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por diecinueve años y no podía estarle más agradecida.
Ahí caí en la cuenta de que Hailee estaba en la gloriosa etapa de las diecinueve primaveras.
-Qué linda tu tía-dije, y recordé cuando dije, o más bien pensé, que era todo una vieja amargada.
Ella me sonrió y me recordó a la sonrisa de Lauren. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una vocecilla en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Lauren.
La tarde con Hailee fue excelente, su forma de ser tan madura y natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.
-La pasé muy bien, Hailee, muchísimas gracias-dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Lucy era adornada por un bello ángel de oro. Que mantuvo su mirada sobre nosotras y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.
Me sorprendí de ver allí a la dueña de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Lauren no tenía por qué convertirse en la dueña de mi materia gris.
-Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesta-me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro, haciendo que mi mirada se posara de nuevo en Hailee.
Dirigió luego la mirada a Lauren y con un movimiento de cabeza la saludó. Ésta respondió de la misma manera.
-Hasta pronto- Hailee se acercó y me besó la mejilla.
Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.
Sin embargo, sí la mirada de Lauren sobre el acto.¿No creen que merezco un premio?
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Manual de lo prohibido (Camren adaptación)
FanfictionFalsa y mentirosa eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueña del único que todo el mundo, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es solo representar, actuar y fingir; lo cu...