Dos amigas vuelven cansadas de un viaje y deciden hospedarse en un extraño hotel. Grave error.
Ahora deberán escapar enfrentando todos los residentes de allí.
Gritaron fuertemente con cada rebote que dieron mientras descendían.
Sara: ¡¿Por que tuvimos que parar en este hotel?!
Con sus bragas desgarradas, Sara y Guille llegaron a la mazmorra dónde se hospeda el verdugo.
Después de un par de minutos lamentándose con dolor, empezaron a observar el oscuro espacio donde se encontraban.
Guille: ¿Ee -estamos en un sótano?
Sara: Parece más un calabozo.
Verdugo: Vaya vaya...
Guille: ¡No más, por favor no más!
Verdugo: Eso no es mí decisión querida, creeme que no lo hago por gusto.
Sara: ¡Corre!
Verdugo: Nadie se irá de esta mazmorra.
Sara y Guille quedaron petrificadas, como si las palabras del ejecutor tuvieran efecto en sus decisiones.
Guille: No puedo moverme, por favor no nos hagas nada.
Verdugo: Ya te dije, querida, que no es mi descición. Suban a la máquina.
Sara y Guille o mejor dicho, sus cuerpos, obedecieron y subieron al instrumento. Este se parecía al antiguo instrumento de tortura conocido como "El burro español"
Un aparato de tortura en el cual las mujeres acusadas de adulterio se las hacía subir a este y provocaba lesiones en su zona genital.
El instrumento era semejante a un burro. Las mujeres eran subidas al "lomo" el cual era en realidad dos piezas de madera ubicadas como los tejados de una cabaña.
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Sara llena de ira gritó.
Sara: ¡Si vas a hacernos esto al menos da la cara!
El verdugo sin responder ató pesas a las piernas de las chicas. Y en cuanto dió la orden las pesas ganaron un peso exorbitante.
Ambas gritaron y lloraron sin consuelo hasta que el castigador les ordenó callarse.
Verdugo: Ahora que cumplí mi propósito, querida mía, les explicaré que ocurre.
Y así empezó a explicar mientras Sara y Guille escuchaban y al mismo tiempo inundaron el pasillo de lágrimas.
