IV

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Habían transcurrido diez días desde mi presentación y ya había acudido a dos bailes y dos reuniones sociales. No obstante, al no ser hija de nadie importante, no contar con una gran fortuna y no poseer una belleza despampanante, no suponía una joven lo suficientemente llamativa para nadie. Apenas me habían dirigido la mirada un par de caballeros, y la mayoría solo deseaban preguntarme por mi prima. El comienzo de mi primera temporada distaba mucho de lo que siempre me había imaginado.

Decidí escribir una carta a mis padres narrándoles lo maravilloso que era aquello y lo bien que me estaban tratando mis tíos. Me sentí un poco mal por no contarles la verdad, pero a pesar de que mis padres no se involucraban mucho en nuestras vidas, sabía que se presentarían en Londres si se enteraban de lo triste que estaba.

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En poco menos de un mes mi prima ya estaba siendo cortejada oficialmente por el futuro Duque de Brintg, el enclenque Señor Surfut. Es cierto que era considerado uno de los mejores partidos de la temporada, pero desde mi punto de vista, si le quitabas el dinero, el título y la juventud... en fin poco más que quedaba. En ese aspecto más bien me compadecía de mi prima.

Debido a ese cortejo nuestra presencia en los actos sociales era más frecuente y siempre éramos el foco de atención. Yo pensaba que era la única que se sentía asfixiada en esa situación, pero resulto que no era así. En una merienda campestre mi prima me invitó a dar un paseo y pude comprender que ambas necesitábamos un respiro.

-Querida prima, me siento exhausta.- dijo abanicándose con delicadeza.

-Yo también lo estaría si tuviera que sonreír todo el tiempo.- le dije cariñosamente.

-En ocasiones me encantaría ser tú.- Yo paré en seco al escuchar aquellas palabras. – Es cierto, tú eres libre.

-Bueno...- dije sin saber muy bien que responder.

-Me harías un pequeño favor...- dijo sin mirarme.

-Claro.

-Podrías quedarte aquí un momento.- Yo la miré extrañada.- Verás, necesito estar sola unos minutos, pensar y respirar, y sabes que no me dejarán alejarme si no voy acompañada.- No pude evitar sonreírle, la entendía perfectamente.

-Claro, adentrémonos un poco en el bosquecillo y yo esperaré a que regreses.

Así lo hicimos, yo me senté junto a un tronco y vi a mi prima alejarse entre los árboles. El tiempo pasó lento, muy lento, por ello no estaba segura de sí mi prima tardaba mucho o a mí los minutos se me hacían eterno. No obstante, cuando el sol comenzó a bajar, me preocupe ¿Y si le había sucedido algo? Me levante y caminé por el mismo lugar por el que había visto desaparecer a Luz.

-Luz.- dije en un susurro.- Luz es hora de volver.- volví a decir un poco más fuerte.

Continué adentrándome y llamándola, hasta que de repente apareció algo despeinada y sonrojada.

-¿Dónde te habías metido?- Le increpé preocupada.

-Lo siento... yo....- dijo algo indecisa.- Yo me perdí.- sentenció finalmente.

-Déjame ayudarte, si tu madre te ve con esos pelos...

Volvimos a la merienda lo más deprisa que pudimos, pero el tiempo que habíamos estado desaparecidas había sido demasiado largo, por lo que todo el mundo se había percatado de nuestra ausencia.

-¿Dónde estabais?- preguntó mi tía nerviosa.

-Lo siento mucho madre, estábamos paseando y nos desorientamos un poco.- Sus palabras sonaron tan dulces que comprendí que mi tía no nos regañaría.

El disfraz de la realidad ( 1° Libro Saga VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora