Ya son las cinco de la tarde, así que no creo que falte demasiado para la cena.
El día se me está haciendo interminable. Aquí en mi habitación, no hay nada con lo que entretenerme.
Tal vez pueda leer un libro, pero todos los que tengo aquí ya los he leído. Y a la boardilla, se accede por la habitación de Lucile.
Me levanto de la cama y me voy a mi tocador. Me siento en la silla.
Me miro fijamente al espejo, sin parpadear.
Una lágrima cae sobre mi camisón.
Me miro el cuello. La marca está amarillenta y roja: me duele bastante.
No puedo permitir que mi padre me vea así. Lo menos que deseo es que se preocupe por mí, quiero que sea feliz... Dentro de lo que cabe.
He decidido taparme la quemadura con el maquillaje en polvo de mi madre.
Aunque ya hayan pasado tres años desde que falleció, todavía se respira su espíritu en la casa. Por ejemplo, este maquillaje se lo compró para aparentar mejor cuando estaba enferma; pero mi padre le decía que no hacía falta que ocultara su enorme belleza tras unos polvos color carne; así que nunca los llegó a utilizar.
Me los aplico lentamente, sin mirar el cuello. Me estoy mirando a mi misma en el espejo, pensando en la rabia que tengo hacia todos. Con todos me refiero a Petra, por supuesto.
Pero también al abusón de mi hermana, a los policías corruptos que jamás te ayudan, a las vecinas cotillas que se ríen de nosotras, a las gemelas de la calle de al lado que siempre nos roban los lazos antes de ir a misa...
Creo que tengo rabia hacia todos, incluso a veces, la tengo hacia mi hermana. Ella piensa que sus problemas son los peores, que ella es el centro del universo.
No entiendo cómo puede existir una persona con tan poca empatía. Sé que antes se había quedado paralizada de miedo, pero, ¡Me podría haber ayudado! ¡Haber hecho algo! ¡Cualquier cosa menos quedarse como un árbol mirando la escena!
Siempre que viene de clase, se queja de que no sé quién se ha reído de ella, que si le han pintado la mesa o roto un libro...
Ojalá yo pudiera estudiar... No hay dinero suficiente para pagar los estudios de las dos. Lo que más me molesta es que se queja de su situación cuando está en la mejor posible.
Si la dijera todo lo que tengo que soportar yo...
Si no fuera por mí esta familia se habría venido abajo nada más fallecer mi madre. Me encargo de cocinar, limpiar, colocar el desorden, comprar la comida para la semana...
Cada vez que me miro a mi misma veo la imagen de ella.
La hecho mucho de menos.
Recuerdo que su sonrisa era lo mejor del mundo, como ver la luna llena. Su pelo castaño parecía una cascada de chocolate fundido. Sus ojos verdes me recordaban a los de un gato; siempre en la noche, brillando y en completo silencio, velando por ti, protegiéndote sin tu apenas darte cuenta.
Ahora nadie me protege. Ya no me siento agusto en casa, ni en las calles, ni en ningún sitio.
Me he convertido en una persona un poco paranoica.
Tengo miedo de que las cosas vayan a peor, de que mi padre pierda su trabajo, de que Petra descubra nuestra boardilla ... Pero temo sobre todo que mi hermana no me vea como un ejemplo a seguir de superación y valentía.
Ya he terminado de aplicarme el maquillaje. Me levanto de la silla para estirar las piernas cuando de repente oigo un ruido. Y otra vez y otra vez...
Me doy cuenta de que alguien esta tirando chinas contra mi ventana.
¡A quién se le ocurre! ¡Qué mala educación!
Me acerco al cristal para ver quién narices es...
Es Lucas. Me pongo nerviosa por un momento pero decido abrir la ventana para preguntarle qué quiere de mi.
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Espejos en la mochila
RandomLondres, 1927. Antes éramos tan felices y miranos ahora... Mi hermana fue bendecida con el cerebro de un genio. Mi madre falleció y ahora la reemplaza una rusa. Mi padre llora cada noche con su pistola al lado de la cama. Yo trato de huir de mis pr...