Capítulo 4

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Me asomo por la ventana y veo el hermoso rostro de Lucas mirando hacia arriba, intentando decirme algo.

- ¡Lucaaaaaaaaaas! ¡No te oigo, habla más alto!- le grito.

- ¡Yo tampoco a ti! ¿¡Y si subo a tu habitación!?- me pregunta gritando.

- ¡Vale, pero te bajo la escalera! ¡No llames a la puerta que está la bruja rusa!

Saco la cabeza de la ventana y busco rápidamente la escalera de cuerda para que pueda subir. Antes de bajársela me miro una última vez al espejo para asegurarme de que estoy bien.
La lanzo por la ventana y Lucas se agarra. Parece un príncipe escalando la torre de la princesa para poder declarar su amor por ella.
Ya ha terminado de subir. Por un momento me quedo mirándole como un pasmarote. Su pelo rubio y sus ojos azules como el mar le hacen asemejarse a un ángel sacado de un cuadro clásico. Su figura esbelta pero musculada y sus andares, son característicos de él.

- Menuda choza tienes aquí, Elisabeth.- comenta con una pequeña sonrisa.

- Ya ves...- contesto tímidamente.

- ¿Cuando fue la última vez que vine a tu habitación? ¿Hace 4 o 5 años?

- Sí, creo que sí. Cuando éramos pequeños y hacíamos los deberes que mandaba el profesor Charles juntos. Qué recuerdos...- digo con un tono melancólico.

Nos sentamos en la cama, cada uno distanciado un poco del otro. Nos quedamos los dos en silencio durante unos segundos. No se oye nada excepto nuestras respiraciones; la de Lucas más acelerada.
Echo de menos los viejos tiempos en los que íbamos a la escuela juntos. Lo pasábamos genial jugando con nuestra imaginación. Era y es mi mejor amigo, es una persona muy especial para mí.

- Yo... Tengo que contarte algo, Elisabeth.- se rompe el silencio.

- ¿Qué pasa Lucas? Pareces preocupado.

- Mi padre... Su trabajo... Nos tenemos que mudar a otro lado. Le han dicho que se necesitan más doctores en el hospital de Bristol y que le aumentarían el sueldo si trabajara ahí. Así que nos vamos del barrio de Blackfriars.

Me quedo sin palabras y con la boca medio abierta. Era algo que no pensaba que pudiera ocurrir. ¿Qué voy a hacer yo sin él?

- ¿Te mudas entonces?- le pregunto entre lágrimas.

Asiente con la cabeza. Me mira fijamente a los ojos mientras me coge de la cara para que le mire yo también a él. Nadie antes me ha mirado como lo está haciendo.

- No quiero que llores más Elisabeth. Ya lloraste demasiado por tu madre.
Quiero que cuando te acuerdes de mí te acuerdes de esto.

Me acerca a su cuerpo lentamente y pasa sus dedos por mi pelo, acariciándolo suavemente.
Me quedo paralizada sin poder decir ni hacer nada; no puedo dejar de mirar su rostro.
Estamos tan cerca que su nariz roza la mía. Siento su respiración en mis labios.
Su cabeza se ladea hacia la derecha y sus labios besan los míos. No sé cuánto está durando este beso pero no quiero que acabe.
El mero echo de sentir algo tan agradable me hace muy feliz.
Ha parado de besarme y yo sigo sin poder moverme.
Veo que se está desplazando hacia mi cuello lentamente; lo besa también.
Cierro los ojos y le abrazo con fuerza. Su cabeza reposa sobre mi hombro.

- Siempre te he querido Elisabeth- me susurra al oído.

Su cuerpo se recuesta sobre el mío, pero no supone ninguna incomodidad, tiene cuidado de no aplastarme.
Sus labios vuelven a los míos y nos besamos de nuevo. Esta vez es más intenso.
Son los mejores minutos de mi vida.
Parece que ya vamos a parar de besarnos, pero en el último beso me muerde el labio, haciendo de la situación una mejor.
Se reboza en la cama hasta ponerse en un lado.
Nos quedamos sin decirnos nada, como si fuéramos mudos.

- ¿Qué...?¿Qué acaba de pasar?- pregunto despacio.

No me contesta pero se empieza a reír. Yo también me río y le cojo la mano.

- No hace falta que te conteste a esa pregunta. Necesitaba besarte y punto.- dice con una mueca de pícaro.

- ¿Y haces eso con todas las chicas?

- No, solo contigo.

- Entonces, ¿Cuando nos volveremos a ver, Lucas?

- Seguramente no regresemos hasta Navidad. Pero no te preocupes, te mandaré cartas casi todas las semanas y te diré cómo son las cosas por Bristol.

- De acuerdo...

Nos levantamos de la cama, todavía un poco desubicados de lo ocurrido. Sin decir un adiós como tal, Lucas baja por la escalera y anda por la calle.
Le observo desde mi ventana hasta que gira por el callejón que lleva a su casa.
Sé que le voy a echar de menos, pero tiene razón en que nunca voy a olvidarme de lo que ha pasado hoy. Siempre me ha gustado mucho pero nunca me atrevía a dar el primer paso, y ahora qué lo dio él, me siento completamente feliz.
Espero que le vaya bien por Bristol, que haga nuevos amigos y que disfrute...

- ¡Elisabeth, papá ha llegado a casa!- me grita Lucile a lo lejos.

Salgo de mis pensamientos vagamente, es hora de volver a la realidad. Preferiría quedarme todo el día aquí, mirando al horizonte pensando en Lucas y demás; pero tampoco debo olvidar a mi familia.

- ¡Ya voy!

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2020 ⏰

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