Capítulo 19 ( Felicidades y secretos ocultos )

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Narra Ae:

—Pete...

—¡No me hables!

—Pero, dragón...

—¡Dije que no me hables!

—Fue un accidente...

—¡¿¡¿9 RONDAS FUERON UN ACCIDENTE?!?! — me preguntó Pete mirándome aún acostado boca abajo en la cama, mientras que yo lo miro con un cafecito en la mano desde el umbral de la puerta.

—... Es que tenía ganas... — dije con un poco de vergüenza de que ahora mi novio no pueda moverse, y mucho menos caminar.

—¡Ganas tengo yo de entrarte a carajasos! ¡Ven a... ¡Ahg! ¡Mi trasero! — el castaño se veía muy adolorido mientras que se sobaba el área nombrada por él mismo.

—¡Ja! ¡No puedes pararte! ¡No puedes! ¡No puedes! ¡No puedes! ¡No... ¡¡Ahh!! ¡¡Mierda!! ¡¡Mi ojo, Pete!!

El muy hijo de su madre me había lanzado un zapato directo a la cara haciendo que mi taza de cafe cayera al suelo y se quebrara.

—¡Tú vas a limpiar esa vaina! — me reprochó sacando su lengua en señal de burla.

...

(Cierro la puerta)

Voy a la cocina, reviso el refrigerador, y saqué lo que tanto estaba buscando. Regresé a la habitación subiendo por las escaleras.

(Abro la puerta)

—¿Ae? ¿Que haces?

Me acerqué a Pete y le coloqué en los pantalones de su pijama los cubitos de hielo para que le alivien el dolor en su trasero.

—¡¡¡AYYY!!! ¡¿¡¿TE PICA EL CULO O QUÉ?!?!

—¡¡A ti te duele!!

Pete pegó un brinco de la cama, haciendo un baile que parecía un pacto con el diablo para sacarse los hielitos del pantalones.

Al final tuvo que bajarse los pantalones para sacarse el hielo.

—¡¿Quieres morir?! — me preguntó de manera feroz, mirándome con bastante enojo.

Yo en seguida iba a responder algo a la defensiva, pero primeramente observé como un bobo la semejante imagen que tengo en frente de mi.

Pete no carga calzoncillos. Así que al quitarse sus pantalones...

(Silbido coqueto)

—Sí así es la tierra, no me imagino el paraíso...

En seguida Pete se dió cuenta de su desnudez en la parte inferior de su cuerpo, y se cubrió con sus pantalones nuevamente.

Sus mejillas se habían vuelto carmesí, y sus ojitos no podían verme directamente por su timidez.

Es tan lindo...

Me acerqué a mi novio, y envolviendo mis brazos al rededor de su cintura lo pegué más a mi cuerpo. Bajé mis manos desde su espalda, lentamente, hasta su trasero.

Este chico pronuncio un leve jadeo, y cubrió su rostro en mi hombro.

—Eres tan lindo que siento que quiero un mañanero...

(¡Golpe!)

—Me duele el trasero, ¿crees que estoy apto para eso en estos momentos? — me preguntó obvio, dejándome con mi frente adolorida por el pequeño golpe que él me había brindado.

El Mejor Plan ( AePete )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora