Capítulo 2. "El club" y la confesión.

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Mi instituto es bastante raro, tiene dos descansos, uno a tercera hora y otro después de clases. El primero es para comer, ya sea algo traído de casa o algo comprado en la cafetería. Y el segundo es para asistir a unos clubes, que son como puntos de reunión con ciertas temáticas, donde se hacen actividades y cosas de esas. Hay clubes muy variados, desde deportes, hasta manga y anime. Si por mí fuera, no me apuntaría a ninguno, ya que no me atraen demasiado, pero por petición de mi hermano me uní a uno que se llamaba "El club", el cual, al parecer, no tenía temática ninguna, era el club de nada. Mi hermano me lo pidió porque era el club en el que pasó su estancia en el instituto y al parecer está prácticamente muerto.

Decidí apuntarme. Más que por la petición de mi hermano, era porque así tendría algún rato a solas, sin la pesada de Miia comiéndome la oreja (a veces literalmente).

Me senté en una silla en la sala de Lengua, que era la sala de el club mientras no se daba clase.

Estaba tranquilo, pensando en el examen de geografía e historia que tenemos el viernes, hasta que alguien entró. Ese alguien era Nana. Sí, era la chica con la que, casualmente, me tropecé antes de llegar al instituto y la chica que, casualmente, se sienta al lado mía.

—O-oh, pensaba que no había nadie en el club —dijo Nana, nerviosa.

—Ni yo pensaba que iba a unirse nadie.

—Que guapo... —dijo en voz baja—. Eh.. digo... Ya.

—Ok, supongo... —dije en un tono interrogativo.

En ese mismo instante el ambiente se puso muy tenso, los dos nos sentamos y nos pusimos a hacer lo que sea. En este caso, yo mirar por la ventana y ella a mirar a la mesa. Pasamos media hora así.

Entonces, de repente se levantó y vino hacia mi.

—Mira, es que si no lo digo reviento. Me gustas, mucho, yo creo que hasta demasiado. Desde que nos chocamos me pareces súper guapo, se que no te conozco demasiado, pero no puedo dejar de pensar en tí. Y que sepas que voy a pelear contra esa zorra de Miia por ti, para conseguirte —me dijo de repente—. Ale, ya me he quedado a gusto.

Y se fue. Me suelta todo eso y se va, sin más.

Me iba a quedar en mi esquinita, pensando en qué iba a ser de mi vida a partir de ahora,  pero en ese mismo instante escuché a Miia gritar en el pasillo.

—COMO TE ATREVES, ZORRA —gritó Miia—. ¡Marks es solo mío!

—¿Solo tuyo? —respondió Nana—. Marks es mio, guapa.

—Venga, ¿y si lo llamamos para que decida él? —propuso Miia.

—Vale, ya verás que cara se te queda cuando oigas que me prefiere a mi.

Entraron a la sala de el club a buscarme, pero no estaba. Me fui por otro pasillo mientras ellas se estaban peleando, soy experto en escapar de situaciones como estas.

Se ve que se quedaron buscándome un buen rato, porque no las escuché por el camino. Bueno, lo importante era que por fin estaba en casa.

—Vaya por dios, ahora voy a tener dos koalas en vez de uno —pensé.

Y me quedé dormido. Dormí plácidamente durante unas 4 horas, sin comer ni hacer deberes.

Seguí durmiendo un rato mas, hasta que después de 30 minutos, a las 19:37 exactamente, me llegó un mensaje que me reventó un tímpano, ya que tenía el móvil debajo de la oreja. El mensaje era de Miia, y ponía:
"¡Hola Marks! Te mando este mensaje para recordarte que eres mío y solo mío, adiós."

— ¿Y me despierta por esto? —pensé—. ME CAGO EN SU P-

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