Bautismo de fuego

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Disclaimer: Ni Evangelion ni sus personajes me pertenecen.

Bautismo de fuego

Dar un simple respiro le resultaba toda una proeza, la sofocante temperatura se confabulaba con la enorme presión que la rodeaba dándole la impresión que acabaría aplastada. Sin embargo, más allá de ser una horrible idea, la realidad dictaba que eso sucedería en menos de un minuto cuando todas sus defensas colapsaran ante el ardiente magma.

Si no hubiese usado el líquido refrigerante para matar al ángel, tal vez tendría una oportunidad de sobrevivir; aún así, Asuka no se arrepentía de su agridulce victoria. No fue el invencible Shinji ni la presumida de Rei quien se acreditó aquel triunfo, fue ella, la gran Asuka Langley Soryu, quien salvó el día esta vez. No obstante, bajo las actuales circunstancias, nadie la salvaría a ella.

Viéndose a ella misma, la pelirroja, lamentándose por su aspecto otra vez, se horrorizaba con aquel abultado traje que le daba la apariencia de un globo hinchado. Cualquier otra persona, estando en sus zapatos, estaría gritando de terror ante la inminente muerte que le asechaba, pero no Asuka. Ella, por más inapropiado que pareciese, se resistía a renunciar a su amada vanidad.

– Si tan sólo Kaji estuviese aquí, me hubiera encantado que él mirase mi última gran victoria...

Las inmensas pantallas frente a ella, una tras otra, fueron fallando al ser destruidas por la lava que empezaba a filtrarse, con rapidez, por medio de las grietas de la armadura protectora que revestía a su Eva 02. Empero, como si el destino quisiese jugarle una broma cruel, uno de sus monitores continuaba funcionando permitiéndole ver los dantescos alrededores que se cernían sobre ella.

Siendo casi imposible distinguir algo, la visibilidad era más que nula dejándole sólo mirar una infinita mancha rojiza que se extendía hasta donde alcanzase la vista. Rojo, pensó Asuka, al menos la providencia le otorgó una tumba teñida de su color favorito. La abundante roca fundida brillaba roja como su cabellera; roja como la coraza de su Evangelion y roja como su sangre.

– No me arrepiento de nada, viví a mi manera y estoy orgullosa de ello...–valiente hasta el final, aferrándose al legendario coraje alemán, Asuka mantenía su cabeza en alto negándose a agacharla–estoy aquí por mis propios logros y por mi propia voluntad, mi nombre será recordado mientras la humanidad siga existiendo.

A pesar de sus palabras, en su interior, sin que pudiese reprimirlas más, hallándose a poco de morir, una serie de horribles imágenes destellaron desde lo más profundo de su memoria atormentándola en sus instantes finales. Vio a su madre, acostada en aquella cama de hospital hablándole a una muñeca. La vio hablándole con amor; con el amor que nunca tuvo para ella.

Conteniendo las lágrimas, resistiéndose a romperse en un momento así, Asuka se esforzó por alejar aquellos recuerdos suplicando que la dejasen en paz. Y para su suerte, apagándose tan pronto como aparecieron, dichas imágenes se borraron no sin antes manifestarse la peor de todas: Kyoko, su madre, colgando del techo de su habitación acompañada por su muñeca.

Era una verdadera fortuna que sus sistemas de comunicación habían dejado de funcionar hacía mucho; de lo contrario, tanto Shinji en su Eva como Misato en el centro de control, hubieran escuchado sus sollozos y gritos, mientras descendía, literalmente, a las fauces del infierno. Y como si él fuese su salvación, Asuka, pensando en Kaji, se concentró en él con todas sus fuerzas.

Aquello era algo que solía hacer cuando pensaba en su madre; aunque claro, jamás lo admitiría. Recordó cada día que pasó a su lado: cuando se conocieron en Alemania, cuando empezaron a vivir juntos y cuando emprendieron el largo viaje en barco hacia Japón. Y con cada remembranza, Asuka se reafirmaba que Kaji era el hombre perfecto para ella; Kaji era el hombre de su vida.

Bautismo de fuegoWhere stories live. Discover now